Una idea…un anhelo… casi un sueño. Así empezaba todo.
Personas que se fueron involucrando, esfuerzos, tiempos, propuestas, puestas en común, más propuestas, debates, discusiones, análisis y cambios, todo para dar forma a esa original idea.
El proyecto tomaba color.
Dos mil diez sería el punto de partida.
Las primeras emisiones fueron viendo la luz de “AIRE” que indicaba que alguien, solo algunos por aquel entonces, estaban del otro lado del parlante escuchando lo que teníamos para decir.
Con los primeros programas aparecían las dudas del “cómo”, pero a la vez, la más firme certeza de que se quería, se quería hacer un programa distinto, un programa que buscara dar otra versión de las cosas, que leyera la realidad con otro lente.
Un espíritu crítico que tenía que salir de las cuatro paredes donde algunos “distintos” se sentaban a discutir…una puerta que tenía que abrirse. Así, fuimos viendo que los “distintos”, los “raros”, éramos muchos más de lo que creíamos…
Para dar forma fue necesario gente. Personas que desde distintos espacios y con disímiles herramientas aportaron a la causa. Personas que entendieron la necesidad de compartir para poder construir.
Y así, unos fuimos aprendiendo de otros. El cómo comunicar una idea, un pensamiento, una noticia fue una difícil tarea de enseñanza que emprendieron –y emprenden todos los días- las periodistas para con los abogados que participamos de esto. Y ellas, a su vez, debieron adaptarse al lenguaje y a las instituciones del derecho penal…no fue ni es fácil, pero es muy bueno.
Y todos debimos aprender los códigos radiales, los tiempos de la comunicación, y los modos tan propios de este maravilloso y desconocido espacio.
Un proceso de enseñanza-aprehensión que nos retroalimenta todos los días, un mecanismo que nos construye.
En el medio, piezas esenciales. Decenas de invitados que desde distintos lugares y saberes aportaron al proyecto. Imposible nombrarlos a todos, pero cómo olvidarnos de la magnífica entrevista brindada por Zaffaroni a algunos miembros del equipo en su despacho de la Corte; o las reflexiones críticas efectuadas por Iñaki Rivera Beiras en nuestros estudios; o las verdades sin pelos en la lengua que soltaba Alcira Daroqui en una fría noche marplatense; las cálidas palabras de cierre de ciclo que desde Barcelona hacía Pep García Borés; las agudas respuestas que ofrecía Roberto Gargarella en nuestro primer año; la pasada emisión desde la celda itinerante; y numerosos defensores, fiscales, jueces, profesores, comunicadores que generosamente desde nuestros comienzos nos regalaron su tiempo para poder pensar y debatir, sabiendo que es el único modo en el que se puede construir.
Y los temas también propusieron variedad: el poder judicial, la policía, la cárcel, la regulación del espacio urbano, la historia y el poder punitivo del estado, los medios de comunicación y su rol, pero siempre bajo la necesidad de profundizar la mirada, de escarbar, de llegar más adentro, de no quedarnos en las meras apariencias o pretendidos análisis, sino verdaderos desmenuzamientos de los tópicos que se trataron. Porque la realidad lo requiere. Porque la ciudadanía lo merece.
Para que la lectura y análisis no fuese sesgado era necesario que lo que nos pasaba en lo diario al tratar estas cuestiones estuviese ahí también. La empatía. Ponernos en el lugar del otro, sentir lo que afectaba al otro. Hacer propio el sufrimiento de los que son excluidos por el estado en el más absurdo y funcional de los abandonos. Dar lugar a las voces que padecen el olvido y la desidia.
Denunciar, criticar, no quedarnos callados frente a esta realidad que sólo agudiza la violenta e indigna vida que tienen miles de personas.
Una realidad que nos obliga a comprometernos con el otro, con su sufrimiento, con su dolor; requiriendo las voces de denuncia contra los abusos, la desidia, el abandono.
Un compromiso que hoy se mantiene: la lucha por el más acérrimo apego a los derechos humanos.
Imposible pasar por alto que este proyecto no sería lo que es sin el que está del otro lado. El que escucha, el que acompaña, el que cuestiona, el que duda, el que critica, en definitiva, el que piensa. A ustedes, gracias.
Cuatro años después, y pese a las contingencias, las dificultades, los cansancios, las discusiones, acá estamos. Seguimos buscando aportar desde este espacio a la construcción de la ciudadanía. Un proceso constructivo que busca una sociedad más justa, más comprometida, más solidaria, más sensible al dolor del otro, en definitiva, más humana.
Un compromiso que ha sido y es el motivo por el cual quienes hacemos Crítica Penal seguimos acá.
Porque empezó como un sueño y hoy es toda una realidad que nos construye en lo diario y nos empuja a buscar que este grupo de “raros” sea cada vez más numeroso, para que esta crítica a las vulneraciones de derechos y los abusos, sea la regla, y lo anormal pase a ser habitual.
Crítica Penal, por mucho más.
CRITICA PENAL
Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.
Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.
Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
- www.radiodelaazotea.com.ar -
Escribinos a criticapenal@gmail
Follow @criticapenal
jueves, 28 de noviembre de 2013
viernes, 15 de noviembre de 2013
Audios 15° Programa
Jueves 14 de noviembre de 2013- Radio Comunitaria FM 88.7 "De La Azotea"
Hoy: "Contravenciones y Legislación"
Primera Parte: Editorial. Presentación de los temas del día.
Segunda Parte: La periodista Josiana García nos presenta un informe realizado en el marco del taller de comunicación que se desarrolla en la Unidad Penitenciaria n° 15 de Batán.
Tercera Parte: Columna de Estudiantes. Hoy nos visita Juan Manuel Suárez Colella, de la cátedra de Procesal Penal, quien nos cuenta sobre las jornadas de simulacro de juicio por jurados que se realizará el 30 de noviembre en el Tribunal Federal. Música: "Multiviral", de Calle 13.
Cuarta Parte: Con el docente universitario Juan Tapia entrevistamos a Claudia Cesaroni sobre su libro "Masacre en el pabellón Séptimo"
Quinta Parte: Entrevista telefónica a Mario Juliano, Juez del TOC de Necochea y Presidente de la Asociación Pensamiento Penal, como también autor de distintos artículos y obras. Hablamos sobre el derecho contravencional, y la legislación provincial que rige la materia. Música: "Lágrimas de oro", de Manu Chao.
Sexta Parte: En la columna de Actualidad hablamos con Esteban Rodríguez sobre narcotráfico. Cierre. Música: "Mary Poppins y el desollinador", de Fabiana Cantilo
Primera Parte: Editorial. Presentación de los temas del día.
jueves, 14 de noviembre de 2013
Editorial 15° Programa
Ya le habían pegado durante horas, en ese aguantadero asqueroso, pero cuando sacó el fierro lo sorprendió. No le dio tiempo a reaccionar y, cuando se dio cuenta de lo que estaba por pasar, el uniformado posó la 9mm, esa arma “perro” que lleva siempre para estos casos, en su cabeza.
Aunque desde que empezó a meter fierro para comprar esas llantas que eran la envidia de los pibes de la esquina, Lito sabía que esa era una de las opciones -que podía perder y que perdiendo podía perder mucho más que la Libertad- el frío del arma en la sien le trajo mil imágenes que se le cruzaron por la cabeza.
Se acordó cuando, de pibe, su viejo se había ido a la mierda, dejándolo a él con su vieja y sus tres hermanitos. Recordó las cosas que tuvo que hacer su Mamá para que no les faltase la comida, las veces que lo fue a buscar, de día o de noche, con lluvia o con sol, a los tantos lugares de encierro por los que pasó. Las cagadas a pedos que se comía, y cada uno de los abrazos que le daba cuando, para tranquilizarla, le decía que se iba a rescatar.
El cañon de la pistola apuntándolo hizo que le vinieran de pronto los nombres de tantos de sus amigos de la infancia -esos con los que jugaba al fútbol soñando con ser como Francescoli y como Maradona- que se repartían ahora entre los que habían caído en cana, los que habían perdido la vida metiendo fierro y aquellos, pocos, que habían podido rescatarse. También se acordaba de un par de amigos suyos, a los cuales la gorra había matado en los pasillos del barrio, vaya a saber uno por qué motivo, además de la visera y las llantas último modelo.
En el último tiempo, Lito había pensado en rescatarse, en juntar unos pesos y mandarse a mudar. Aunque con esa carita infantil que se llenaba de pecas aparentaba menos edad, ya tenía veintiún años, una señora, un pibe, y las balas picaban cerca, señal de que había que empezar a cambiar.
Por eso le dijo que no al Jefe de Calle de la Primera cuando éste lo cruzó en la calle y le propuso que trabajase para él. La última vez que lo quiso chamuyar, le
dijo que era sencillo, que se trataba de unos laburitos grandes y nada más. Aunque sabía que era complicado negarse, ya se lo había dicho varias veces: no quería trabajar para la policía, no confiaba ni iba a confiar en ellos. Y se quería rescatar para ver crecer a su hijo.
El uniformado guardó el arma. Riéndose, dijo un par de cosas que Lito no entendió porque su cabeza se había ido por un instante de ese lugar oscuro, ese aguantadero policial. Sacado, con los ojos inyectados en sangre, el agente del orden lo miró y le dijo que a él nadie le decía que no, que no fuese gil. Lo volvió a golpear en la cabeza.
Cuando, minutos después Lito volvió en sí, levantó su vista y lo vio allí, inmóvil, empuñando el arma hacia su cuerpo. Lito le gritó algo, pero el estruendo de la pólvora lo acalló. El policía, mandibuleando y sonriente, guardó su arma.
El cuerpo de Lito apareció, diez días después, en el medio de un arroyo, mientras unos pibes, otros, jugaban al fútbol.
Historias como ésta se dan cotidianamente en nuestra provincia, en nuestra ciudad.
Este tipo de represalias a quienes rechazan formar parte de la regulación policial del delito, así como las ejecuciones extrajudiciales, gatillo fácil, que le dicen, se repiten y se repiten con la juventud en las barriadas estigmatizadas y vulnerables.
La muerte de pibes pobres, privados del acceso a los bienes económicos y culturales que la publicidad y la Sociedad demandan como elemento inclusor, es moneda corriente y práctica naturalizada, y se sustenta en la reiteración de discursos constructores de odio hacia los enemigos sociales, los portadores del cartel del mal. Discursos que deshumanizan, que excluyen, y que posibilitan que otros, después, sean policías o civiles, vayan y limpien la mugre.
Luciano Arruga. Ahora Diego García en Tigre. Farías, Taja, el Chavo Campos en nuestra ciudad. Las muertes en La Plata que denunció el Defensor Julián Axat, y que serían producto de escuadrones de la muerte que conforman civiles y apañan uniformados.
Todas muertes que tienen varios denominadores comunes: la juventud de las víctimas, la participación policial, la complicidad e inacción judicial.
¿Dónde está el Estado, dónde la Sociedad, frente al estado de vulnerabilidad, de privación de acceso a los más básicos derechos que embarga, aún hoy, a amplios sectores de nuestra juventud, que no estudia ni trabaja, y parte de la cual ve en el delito la puerta de ingreso a esa Sociedad que los excluye?
¿Qué alternativas de vida pueden construirse, cuando ese “camino de vida” que se presenta como anhelable -consumista por definición- exige tener lo que no se tiene, y no se puede tener?
Pareciera una verdad de perogrullo, pero hoy, cuando la inseguridad “ataca” y el fascismo asoma, hay que seguir discutiendo con sectores y posiciones que aún no entienden -no quieren entender- que más seguridad no es más policía en las calles ni mayores facultades para “combatir el delito”.
Frente a tanto sentido común mediáticamente construido hay que gritar hoy con más fuerza que la respuesta penal no sirve, no repara, no evita, no sana. Que no sirve construir más depósitos humanos -eufemísticamente llamados cárceles-, porque éstas van a seguir sirviendo sólo para deshumanizar y despersonalizar a las personas privadas de su Libertad.
Hoy hay seguimos dando la discusión de que no se trata de mejorar el sistema penal, sino de buscar algo mejor que el Derecho Penal. Hoy queremos que seguir convenciendo de que no se trata de balas sino de tizas, no es cuestión de helicópteros y patrullas sino de trabajo y salud. Que la única forma de vivir con “seguridad”, es cuando esa seguridad la tenemos en el reconocimiento y ejercicio de los derechos.
Que sólo en la acción hay esperanza, y que una prisión sin muros, una policía sin gatillo y una justicia sin venda sólo pueden ser y existir en una Sociedad sin exclusión y sin miserias, una Sociedad que valga la pena ser vivida.
Aunque desde que empezó a meter fierro para comprar esas llantas que eran la envidia de los pibes de la esquina, Lito sabía que esa era una de las opciones -que podía perder y que perdiendo podía perder mucho más que la Libertad- el frío del arma en la sien le trajo mil imágenes que se le cruzaron por la cabeza.
Se acordó cuando, de pibe, su viejo se había ido a la mierda, dejándolo a él con su vieja y sus tres hermanitos. Recordó las cosas que tuvo que hacer su Mamá para que no les faltase la comida, las veces que lo fue a buscar, de día o de noche, con lluvia o con sol, a los tantos lugares de encierro por los que pasó. Las cagadas a pedos que se comía, y cada uno de los abrazos que le daba cuando, para tranquilizarla, le decía que se iba a rescatar.
El cañon de la pistola apuntándolo hizo que le vinieran de pronto los nombres de tantos de sus amigos de la infancia -esos con los que jugaba al fútbol soñando con ser como Francescoli y como Maradona- que se repartían ahora entre los que habían caído en cana, los que habían perdido la vida metiendo fierro y aquellos, pocos, que habían podido rescatarse. También se acordaba de un par de amigos suyos, a los cuales la gorra había matado en los pasillos del barrio, vaya a saber uno por qué motivo, además de la visera y las llantas último modelo.
En el último tiempo, Lito había pensado en rescatarse, en juntar unos pesos y mandarse a mudar. Aunque con esa carita infantil que se llenaba de pecas aparentaba menos edad, ya tenía veintiún años, una señora, un pibe, y las balas picaban cerca, señal de que había que empezar a cambiar.
Por eso le dijo que no al Jefe de Calle de la Primera cuando éste lo cruzó en la calle y le propuso que trabajase para él. La última vez que lo quiso chamuyar, le
dijo que era sencillo, que se trataba de unos laburitos grandes y nada más. Aunque sabía que era complicado negarse, ya se lo había dicho varias veces: no quería trabajar para la policía, no confiaba ni iba a confiar en ellos. Y se quería rescatar para ver crecer a su hijo.
El uniformado guardó el arma. Riéndose, dijo un par de cosas que Lito no entendió porque su cabeza se había ido por un instante de ese lugar oscuro, ese aguantadero policial. Sacado, con los ojos inyectados en sangre, el agente del orden lo miró y le dijo que a él nadie le decía que no, que no fuese gil. Lo volvió a golpear en la cabeza.
Cuando, minutos después Lito volvió en sí, levantó su vista y lo vio allí, inmóvil, empuñando el arma hacia su cuerpo. Lito le gritó algo, pero el estruendo de la pólvora lo acalló. El policía, mandibuleando y sonriente, guardó su arma.
El cuerpo de Lito apareció, diez días después, en el medio de un arroyo, mientras unos pibes, otros, jugaban al fútbol.
Historias como ésta se dan cotidianamente en nuestra provincia, en nuestra ciudad.
Este tipo de represalias a quienes rechazan formar parte de la regulación policial del delito, así como las ejecuciones extrajudiciales, gatillo fácil, que le dicen, se repiten y se repiten con la juventud en las barriadas estigmatizadas y vulnerables.
La muerte de pibes pobres, privados del acceso a los bienes económicos y culturales que la publicidad y la Sociedad demandan como elemento inclusor, es moneda corriente y práctica naturalizada, y se sustenta en la reiteración de discursos constructores de odio hacia los enemigos sociales, los portadores del cartel del mal. Discursos que deshumanizan, que excluyen, y que posibilitan que otros, después, sean policías o civiles, vayan y limpien la mugre.
Luciano Arruga. Ahora Diego García en Tigre. Farías, Taja, el Chavo Campos en nuestra ciudad. Las muertes en La Plata que denunció el Defensor Julián Axat, y que serían producto de escuadrones de la muerte que conforman civiles y apañan uniformados.
Todas muertes que tienen varios denominadores comunes: la juventud de las víctimas, la participación policial, la complicidad e inacción judicial.
¿Dónde está el Estado, dónde la Sociedad, frente al estado de vulnerabilidad, de privación de acceso a los más básicos derechos que embarga, aún hoy, a amplios sectores de nuestra juventud, que no estudia ni trabaja, y parte de la cual ve en el delito la puerta de ingreso a esa Sociedad que los excluye?
¿Qué alternativas de vida pueden construirse, cuando ese “camino de vida” que se presenta como anhelable -consumista por definición- exige tener lo que no se tiene, y no se puede tener?
Pareciera una verdad de perogrullo, pero hoy, cuando la inseguridad “ataca” y el fascismo asoma, hay que seguir discutiendo con sectores y posiciones que aún no entienden -no quieren entender- que más seguridad no es más policía en las calles ni mayores facultades para “combatir el delito”.
Frente a tanto sentido común mediáticamente construido hay que gritar hoy con más fuerza que la respuesta penal no sirve, no repara, no evita, no sana. Que no sirve construir más depósitos humanos -eufemísticamente llamados cárceles-, porque éstas van a seguir sirviendo sólo para deshumanizar y despersonalizar a las personas privadas de su Libertad.
Hoy hay seguimos dando la discusión de que no se trata de mejorar el sistema penal, sino de buscar algo mejor que el Derecho Penal. Hoy queremos que seguir convenciendo de que no se trata de balas sino de tizas, no es cuestión de helicópteros y patrullas sino de trabajo y salud. Que la única forma de vivir con “seguridad”, es cuando esa seguridad la tenemos en el reconocimiento y ejercicio de los derechos.
Que sólo en la acción hay esperanza, y que una prisión sin muros, una policía sin gatillo y una justicia sin venda sólo pueden ser y existir en una Sociedad sin exclusión y sin miserias, una Sociedad que valga la pena ser vivida.
lunes, 11 de noviembre de 2013
Audios 14° Programa
Jueves 7 de noviembre de 2013- Radio Comunitaria FM 88.7 "De La Azotea"
Hoy: "Violencia Institucional"
Primera Parte: Editorial escrito y leído por Julián Axat, defensor de menores, sobre la quema de libros durante la dictadura. Derecho y poesía. Presentación de los temas del día.
Segunda Parte: Columna de actualidad con Federico Wacker y Marcelo Madina. Hablamos sobre el Manual de monitoreo del Comité contra la Tortura de la Comisión por la Memoria. Música: "Patria liberal", de Científicos del palo.
Tercera Parte: Contextualización a cargo del docente universitario Juan Tapia. Hoy, sobre los primeros movimientos de Derechos Humanos que denunciaron casos de violencia institucional.
Cuarta Parte: Primer bloque de la entrevista a Julián Axat y Gabriel Ganon. Axat es defensor del fuero de Responsabilidad Juvenil de La Plata y Ganon, defensor general de la provincia de Santa Fe. Temas: Violencia institucional. Víctimas y victimarios. Policía y Poder Judicial. Música: "El baile de los pobres", de Calle 13.
Quinta Parte: Segundo bloque de la entrevista a Julián Axat y Gabriel Ganon. Temas: Violencia institucional y juventud. Situación particular de la provincia de Santa Fe.
Primera Parte: Editorial escrito y leído por Julián Axat, defensor de menores, sobre la quema de libros durante la dictadura. Derecho y poesía. Presentación de los temas del día.
Descarga Directa
Sexta Parte: Columna de Criminología. Nos visitan Fernanda Di Clemente y Ricardo Mendoza, quienes nos cuentan sobre la experiencia de la "Celda itinerante" instalada en la Feria del Libro. Cierre. Música: "Haciendo bulla", de Karamelo SantoEditorial 14° Programa
Cuando mis padres desaparecieron, el 12 de abril de 1977 mi abuelo paterno, Carlos Alberto Axat, un moderado abogado civilista, hizo su primer habeas corpus ante el juzgado federal electoral de la Provincia de Buenos Aires. El entonces juez, Teniente Coronel Dr. Héctor Gustavo de la Serna Quevedo, que lo recibió en su despacho, le preguntó qué estudiaba su hijo, a lo que mi abuelo le explicó Filosofía. La respuesta derivó en una arenga entusiasta del magistrado sobre los problemas épicos y filosóficos acerca del trigo y la cizaña. Mi abuelo, desesperado, que solo estaba ahí para pedir por el paradero de su hijo y su nuera, tuvo que soportar que el señor juez terminara con su clase pseudoerudita para implorar una respuesta efectiva. Cuando regresó al juzgado a los pocos días, encontró el rechazo del habeas corpus y las costas al vencido. Yo por entonces tenía pocos meses, la anécdota me la contó cuando ingresé a la facultad de derecho en 1994, en ella estaba contenido el punto de su frustración en el derecho y la justicia para un abogado con 70 años de profesión libre. Con la anécdota me decía: Elegí bien, que no te pase lo que a mí. Mi abuelo murió en 1995.
Héctor Gustavo De la Serna Quevedo, nació en 1926 en Catamarca, hijo de un militar de alto rango y primo del “Che” de lado materno; huérfano desde los ocho años, hizo la carrera militar hasta que fue dado de baja por ser parte de la intentona de alzamientos anteriores a 1955. Recibido de abogado a los 40 años, fue designado por Onganía como interventor del Servicio Penitenciario, y más tarde por la dictadura cívico-militar como juez federal electoral de la provincia de Buenos Aires; cargo que ocupó hasta 1983.
De la Serna fue no solo conocido por ser el juez preferido de “Jimy” Smart dando cobertura judicial a secuestros y desapariciones, para luego rechazar habeas corpus y gozar de imponer costas a familiares de esos desaparecidos; sino que fue y sigue siendo conocido por uno de los hechos más graves contra la cultura de este país. A eso de las nueve y media de la mañana, el 7 de diciembre de 1978, los depósitos que el Centro Editor de América Latina en Avellaneda fueron allanados y clausurados bajo la acusación de infringir la ley 20.840.
Por entonces, el valiente editor Boris Spivakow junto con su abogado se atrevieron a dirigirse hasta el despacho de De la Serna para evitar el atropello, pero allí atónitos recibieron una filípica sobre “filología de la disgregación social”, fundamento que se materializó en el decomiso del 30 de agosto de 1980, en un terreno baldío de Sarandí, donde un millón y medio de libros ardieron frente a la mirada del propio De la Serna.
La pieza judicial que ordena la quema ha sido rescatada hace pocos meses, gracias al trabajo de archivo del grupo La Grieta, encabezado esta vez por Gabriela Pesclevi. Como diría W. Benjamin, toda una pieza de civilización lo es también barbarie, y que, a su vez, expone la negación-destrucción cultural de la dictadura hacia determinados libros, entre los que figuraban Marx, Lenin, Mao, Sartre, Cortazar, García Márquez, pero especialmente libros infantiles como los de Elsa Bonerman, o María Elena Walsh. La investigación llevada a cabo por Pesclevi, me llevó a otros lugares interesantes.
Si uno lo Googlea “Héctor Gustavo De La Serna”, lo primero que encuentra es el típico homenaje que el diario “El Día” hace a los personajes de su ciudad, en los que nunca se distingue al héroe del villano; de allí que el desapercibido fallecimiento de De La Serna ocurrido el 8/5/2012, tuvo un montaje-recordatorio donde aparece como “poeta, docente y filósofo”, y nada sobre su nefasto rol de juez.
Lo que a mí me despertó curiosidad del recordatorio del diario no fue el lavado de una historia, sino la introducción de la siguiente palabra: “Poeta”. ¿Cómo compatibilizar la quema de libros con la poesía? ¿Cuál es el lugar del juez verdugo y cuál el de la poesía frente al Mal? La poesía y el derecho son dos lugares que me obsesionan, y De la Serna no solo había rechazado el habeas corpus de mis padres, sino que además se decía abogado y poeta. Si la pieza judicial firmada por De la Serna, que ordenaba la quema de un millón y medio de libros, se trata de una pieza arqueológica que refleja todo el lugar de la barbarie cultural Argentina, entonces hallar el libro de poesía firmado por ese mismo autor, representa el fin de la palabra (poética), o el lugar donde la maldad y la ignorancia coincidían.
Como buen detective literario, salí en la búsqueda de la poesía de De La Serna. No figuraba en catálogos de Internet, recorrí librerías de viejo, consulté en bibliotecas de La Plata, hasta que di con un único ejemplar de “Poesía y Meditación”, Ediciones Almafuerte (1996). La tapa lleva una imagen de la bóveda de la catedral platense, por lo que ya se aprecia un tono cruzado y en la solapa la siguiente caracterización: “… crítico preocupado por las ideas disolventes en que se ha encarnado la sociedad…”. La serie de versos son una lírica confesional trillada, halito meditabundo de burócrata jubilado que se paga una edición para despuntar culpas y rendir cuentas con los fantasmas que lo persiguen y ante los que se justifica. Basten este puñado de palabras que reflejan al resto: “¿Quién conociera el peso de la historia / y su incidencia en el vivir futuro? / con su irrumpir en varias direcciones / con tanto polvo sedimentando el alma, /con tanta pena crucificando al hombre /en inseguridad sin concesiones / ¡quien pudiera desentrañar la suerte del angustiado permanentemente! / un profundo arcano señorea el mundo / y el torrente de tiempo, vida y muerte / en medio de nuestro acaecer fecundo / se repite absurdo, obstinadamente… /escribir y borrar acto seguido / en el cuaderno de sufrir y el llanto /sin reparar en el que sufre tanto…”.
Alguna vez me detuve en la poesía del latinista Carlos A. Disandro, o me obsesiona dar algún día con el inhallable libro de poesía firmado por Eduardo E. Massera, en su juventud. El libro de poemas del ex juez De la Serna forma parte de estas inquietudes, y la paradoja consistía en rescatar del olvido, el libro de un quemador de libros. Quién quemaría estos libros, aun cuando estén manchados de sangre o lejos estén de la Poesía con mayúsculas. Cuando mi abuelo me contó la anécdota de su frustración ante el juez De la Serna, entonces yo decidí ser abogado, pero también elegí la Poesía
*Editorial escrito y leído por Julián Axat,defensor de menores, abogado y poeta
Héctor Gustavo De la Serna Quevedo, nació en 1926 en Catamarca, hijo de un militar de alto rango y primo del “Che” de lado materno; huérfano desde los ocho años, hizo la carrera militar hasta que fue dado de baja por ser parte de la intentona de alzamientos anteriores a 1955. Recibido de abogado a los 40 años, fue designado por Onganía como interventor del Servicio Penitenciario, y más tarde por la dictadura cívico-militar como juez federal electoral de la provincia de Buenos Aires; cargo que ocupó hasta 1983.
De la Serna fue no solo conocido por ser el juez preferido de “Jimy” Smart dando cobertura judicial a secuestros y desapariciones, para luego rechazar habeas corpus y gozar de imponer costas a familiares de esos desaparecidos; sino que fue y sigue siendo conocido por uno de los hechos más graves contra la cultura de este país. A eso de las nueve y media de la mañana, el 7 de diciembre de 1978, los depósitos que el Centro Editor de América Latina en Avellaneda fueron allanados y clausurados bajo la acusación de infringir la ley 20.840.
Por entonces, el valiente editor Boris Spivakow junto con su abogado se atrevieron a dirigirse hasta el despacho de De la Serna para evitar el atropello, pero allí atónitos recibieron una filípica sobre “filología de la disgregación social”, fundamento que se materializó en el decomiso del 30 de agosto de 1980, en un terreno baldío de Sarandí, donde un millón y medio de libros ardieron frente a la mirada del propio De la Serna.
La pieza judicial que ordena la quema ha sido rescatada hace pocos meses, gracias al trabajo de archivo del grupo La Grieta, encabezado esta vez por Gabriela Pesclevi. Como diría W. Benjamin, toda una pieza de civilización lo es también barbarie, y que, a su vez, expone la negación-destrucción cultural de la dictadura hacia determinados libros, entre los que figuraban Marx, Lenin, Mao, Sartre, Cortazar, García Márquez, pero especialmente libros infantiles como los de Elsa Bonerman, o María Elena Walsh. La investigación llevada a cabo por Pesclevi, me llevó a otros lugares interesantes.
Si uno lo Googlea “Héctor Gustavo De La Serna”, lo primero que encuentra es el típico homenaje que el diario “El Día” hace a los personajes de su ciudad, en los que nunca se distingue al héroe del villano; de allí que el desapercibido fallecimiento de De La Serna ocurrido el 8/5/2012, tuvo un montaje-recordatorio donde aparece como “poeta, docente y filósofo”, y nada sobre su nefasto rol de juez.
Lo que a mí me despertó curiosidad del recordatorio del diario no fue el lavado de una historia, sino la introducción de la siguiente palabra: “Poeta”. ¿Cómo compatibilizar la quema de libros con la poesía? ¿Cuál es el lugar del juez verdugo y cuál el de la poesía frente al Mal? La poesía y el derecho son dos lugares que me obsesionan, y De la Serna no solo había rechazado el habeas corpus de mis padres, sino que además se decía abogado y poeta. Si la pieza judicial firmada por De la Serna, que ordenaba la quema de un millón y medio de libros, se trata de una pieza arqueológica que refleja todo el lugar de la barbarie cultural Argentina, entonces hallar el libro de poesía firmado por ese mismo autor, representa el fin de la palabra (poética), o el lugar donde la maldad y la ignorancia coincidían.
Como buen detective literario, salí en la búsqueda de la poesía de De La Serna. No figuraba en catálogos de Internet, recorrí librerías de viejo, consulté en bibliotecas de La Plata, hasta que di con un único ejemplar de “Poesía y Meditación”, Ediciones Almafuerte (1996). La tapa lleva una imagen de la bóveda de la catedral platense, por lo que ya se aprecia un tono cruzado y en la solapa la siguiente caracterización: “… crítico preocupado por las ideas disolventes en que se ha encarnado la sociedad…”. La serie de versos son una lírica confesional trillada, halito meditabundo de burócrata jubilado que se paga una edición para despuntar culpas y rendir cuentas con los fantasmas que lo persiguen y ante los que se justifica. Basten este puñado de palabras que reflejan al resto: “¿Quién conociera el peso de la historia / y su incidencia en el vivir futuro? / con su irrumpir en varias direcciones / con tanto polvo sedimentando el alma, /con tanta pena crucificando al hombre /en inseguridad sin concesiones / ¡quien pudiera desentrañar la suerte del angustiado permanentemente! / un profundo arcano señorea el mundo / y el torrente de tiempo, vida y muerte / en medio de nuestro acaecer fecundo / se repite absurdo, obstinadamente… /escribir y borrar acto seguido / en el cuaderno de sufrir y el llanto /sin reparar en el que sufre tanto…”.
Alguna vez me detuve en la poesía del latinista Carlos A. Disandro, o me obsesiona dar algún día con el inhallable libro de poesía firmado por Eduardo E. Massera, en su juventud. El libro de poemas del ex juez De la Serna forma parte de estas inquietudes, y la paradoja consistía en rescatar del olvido, el libro de un quemador de libros. Quién quemaría estos libros, aun cuando estén manchados de sangre o lejos estén de la Poesía con mayúsculas. Cuando mi abuelo me contó la anécdota de su frustración ante el juez De la Serna, entonces yo decidí ser abogado, pero también elegí la Poesía
*Editorial escrito y leído por Julián Axat,defensor de menores, abogado y poeta
viernes, 1 de noviembre de 2013
Audios 13° Programa
Jueves 31 de octubre de 2013- Radio Comunitaria FM 88.7 "De La Azotea"
Hoy: "La Defensa Pública"
Primera Parte: Editorial del día. Hoy conmemoramos los 30 años de democracia argentina. Presentación temas del día.
Segunda Parte: Columna de Actualidad con Federico Wacker. Hablamos sobre la llamada "Masacre de Magdalena". 33 detenidos muertos, hace 8 años, por un incendio en una celda de la unidad penal. Música: "El mismo canal", de No Te Va a Gustar.
Tercera Parte: Columna de los Estudiantes de la Facultad de Derecho. Con Carolina y Emilia abordamos el tema de los estímulos educativos en la Ley de Ejecución Penal.
Cuarta Parte: Contextualización del tema del día, a cargo del docente universitario Juan Tapia. Hoy: Narrativa en perspectiva judicial. Música: "Confiá", de Fito Páez.
Quinta Parte: Primer bloque de la entrevista a Cecilia Boeri, Defensora General del Departamento Judicial Mar del Plata. Temas: Función de la Defensoría General. Trabajo que desempeña. Autonomía e independencia de los defensores. Recursos de la defensoría y la fiscalía.
Sexta Parte: Segundo bloque de la entrevista a Cecilia Boeri. Temas: Falencias en la labor de las Fiscalías. El rol fiscal en custodia de la Policía. Litigio estratégico. Habeas Corpus por las personas detenidas en la Unidad 15 de Batán.
Séptima Parte: Columna de Jurisprudencia. Analizamos fallos con Marcelo Madina. Hoy: un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre menores condenados a prisión perpetua y su impacto en la estructura judicial. Cierre. Música:"La costumbre", de Arbolito.
jueves, 31 de octubre de 2013
Editorial 13° Programa
30 años, nada más…
El 28 de junio de 1983, la Cuarta Junta del gobierno militar, cercada por la enorme e integral crisis a la que habían conducido al país, convocó a elecciones para el 30 de octubre de ese mismo –e histórico- año.
Así se daba comienzo, sin saberlo aún, al período democrático más largo que ha conocido nuestro país…
Es que nuestra historia está colmada de “golpes” (en el 33, 43, 55, 62, 66, 76…) Y la palabra es bastante gráfica: la irrupción más violenta y atroz contra el mejor sistema de gobierno que hemos conocido: la democracia, esa en la que la voluntad queda en manos del Soberano, el pueblo.
Así, las calles de las ciudades –hasta por entonces tan golpeadas- se llenaron de esperanzas, de júbilo; la alegría colmaba los escenarios sociales. La gente, exultante, acudía a las urnas y buscaba hacer efectivo ese derecho que un día le dijeron, gobernaba la democracia: la voluntad popular.
Ese glorioso día había llegado, por primera vez en muchos años –y para muchos, por primera vez en sus vidas-, volvía a quedar en manos de la gente la elección del máximo mandatario.
Ese fatídico y maquiavélico “Proceso de reorganización nacional” finalmente, quedaba atrás…Era un despertar después de tanta horrenda y tenebrosa oscuridad. Había un mañana, y ya no era tan temible como el hoy.
Y así, uno a uno, fueron llegando. El primero vino desde Chascomús, puso luz en aquellas penumbras y rearmando lo que en aquellos años se habían encargado de devastar, inicio su mandato con el memorable Juicio a las Juntas… Mas no duró mucho la “estabilidad” de los primeros años, y el globo se pinchó rápido. La crisis económica, las presiones sociales y políticas, y las siempre presentes coberturas mediáticas, hicieron que las elecciones se adelantaran y desde el interior del país, llegó quien comandaría desde fines de los ’80 y durante la década del ’90 nuestros destinos. Qué decir de aquellos años…en los que, si bien faltaban políticas sociales, educacionales, la cultura por el piso, la gente (la “segunda categoría de personas” para algunos) comenzaba esa rápida explanada hacia la indigencia…eso sí, la pizza, el champagne y el dólar sobraban! Y con ellos, los perdones y los indultos, y claro, una Corte donde en realidad, no sobraba nada…
También esto terminó…
Ahora los últimos años del siglo se encontraban en manos de una dudable y endeble “alianza” que poco después, y también apremiada por la “crisis”, se vio huyendo por los tejados en el medio del infierno que metros abajo vivía un pueblo que no quería ver nuevamente arrebatadas esas esperanzas que desde comienzos de los ochenta defendía espartanamente.
Y ahí, y por más débil que se la viera, la democracia quiso aguantar…y lo logró. El bastón pasó de manos muchas veces en esos apremiantes días, y siendo el fierro caliente que nadie quería agarrar, poco después nos encontrábamos en las urnas de nuevo… Ahora sí, las esperanzas más renovadas que nunca.
Ahí llegaba una pareja con aires fríos del sur. Con ansias de cambiar muchas cosas, de “barajar y dar de nuevo”…y algo de eso hubo, algo de eso hay… En el medio, desaciertos, errores, conflictos…también los esperados juicios y ahora sin perdón ni olvido.
Unos treinta años que parecen mucho, pero que sólo son el comienzo de una “República democrática” que no debe perder de vista, jamás, cuanto falta aún…
Y las deudas están a la vista: las calles y sus parias, los olvidados, los uniformados de ayer y de hoy que aun no han sentido el peso de la espada de la justicia; los abandonados, los que para el Estado, están al “margen”; los pobres, los enfermos, los presos; los desaparecidos de ayer, y los desaparecidos de hoy q sufren el olvido aún más que aquellos…
Una democracia que de “ideal” no tiene nada, pero que siempre y aun la peor de ellas, será mucho más deseable que la mejor dictadura.
Esperanzas que no deben ceder ante el desaliento que desde los rincones más déspotas, oligarcas y autoritarios sacuden con extrema dureza.
Esfuerzos que no deben claudicar ante las más duras vallas de la sucia política.
Ansias de cambio que no pueden estremecerse ante la resistencia de los que se han cansado de atentar contra la voluntad popular…
Después de un ayer temible, un hoy difícil, todo por un mañana más democrático, en el que la “igualdad” sea estandarte y la justicia su fundamento.
El 28 de junio de 1983, la Cuarta Junta del gobierno militar, cercada por la enorme e integral crisis a la que habían conducido al país, convocó a elecciones para el 30 de octubre de ese mismo –e histórico- año.
Así se daba comienzo, sin saberlo aún, al período democrático más largo que ha conocido nuestro país…
Es que nuestra historia está colmada de “golpes” (en el 33, 43, 55, 62, 66, 76…) Y la palabra es bastante gráfica: la irrupción más violenta y atroz contra el mejor sistema de gobierno que hemos conocido: la democracia, esa en la que la voluntad queda en manos del Soberano, el pueblo.
Así, las calles de las ciudades –hasta por entonces tan golpeadas- se llenaron de esperanzas, de júbilo; la alegría colmaba los escenarios sociales. La gente, exultante, acudía a las urnas y buscaba hacer efectivo ese derecho que un día le dijeron, gobernaba la democracia: la voluntad popular.
Ese glorioso día había llegado, por primera vez en muchos años –y para muchos, por primera vez en sus vidas-, volvía a quedar en manos de la gente la elección del máximo mandatario.
Ese fatídico y maquiavélico “Proceso de reorganización nacional” finalmente, quedaba atrás…Era un despertar después de tanta horrenda y tenebrosa oscuridad. Había un mañana, y ya no era tan temible como el hoy.
Y así, uno a uno, fueron llegando. El primero vino desde Chascomús, puso luz en aquellas penumbras y rearmando lo que en aquellos años se habían encargado de devastar, inicio su mandato con el memorable Juicio a las Juntas… Mas no duró mucho la “estabilidad” de los primeros años, y el globo se pinchó rápido. La crisis económica, las presiones sociales y políticas, y las siempre presentes coberturas mediáticas, hicieron que las elecciones se adelantaran y desde el interior del país, llegó quien comandaría desde fines de los ’80 y durante la década del ’90 nuestros destinos. Qué decir de aquellos años…en los que, si bien faltaban políticas sociales, educacionales, la cultura por el piso, la gente (la “segunda categoría de personas” para algunos) comenzaba esa rápida explanada hacia la indigencia…eso sí, la pizza, el champagne y el dólar sobraban! Y con ellos, los perdones y los indultos, y claro, una Corte donde en realidad, no sobraba nada…
También esto terminó…
Ahora los últimos años del siglo se encontraban en manos de una dudable y endeble “alianza” que poco después, y también apremiada por la “crisis”, se vio huyendo por los tejados en el medio del infierno que metros abajo vivía un pueblo que no quería ver nuevamente arrebatadas esas esperanzas que desde comienzos de los ochenta defendía espartanamente.
Y ahí, y por más débil que se la viera, la democracia quiso aguantar…y lo logró. El bastón pasó de manos muchas veces en esos apremiantes días, y siendo el fierro caliente que nadie quería agarrar, poco después nos encontrábamos en las urnas de nuevo… Ahora sí, las esperanzas más renovadas que nunca.
Ahí llegaba una pareja con aires fríos del sur. Con ansias de cambiar muchas cosas, de “barajar y dar de nuevo”…y algo de eso hubo, algo de eso hay… En el medio, desaciertos, errores, conflictos…también los esperados juicios y ahora sin perdón ni olvido.
Unos treinta años que parecen mucho, pero que sólo son el comienzo de una “República democrática” que no debe perder de vista, jamás, cuanto falta aún…
Y las deudas están a la vista: las calles y sus parias, los olvidados, los uniformados de ayer y de hoy que aun no han sentido el peso de la espada de la justicia; los abandonados, los que para el Estado, están al “margen”; los pobres, los enfermos, los presos; los desaparecidos de ayer, y los desaparecidos de hoy q sufren el olvido aún más que aquellos…
Una democracia que de “ideal” no tiene nada, pero que siempre y aun la peor de ellas, será mucho más deseable que la mejor dictadura.
Esperanzas que no deben ceder ante el desaliento que desde los rincones más déspotas, oligarcas y autoritarios sacuden con extrema dureza.
Esfuerzos que no deben claudicar ante las más duras vallas de la sucia política.
Ansias de cambio que no pueden estremecerse ante la resistencia de los que se han cansado de atentar contra la voluntad popular…
Después de un ayer temible, un hoy difícil, todo por un mañana más democrático, en el que la “igualdad” sea estandarte y la justicia su fundamento.
Audios 12º Programa
Jueves 24 de octubre de 2013- Radio Comunitaria FM 88.7 "De La Azotea"
Hoy: "El rol del abogado penalista"
Segunda Parte: Contextualización a cargo del docente universitario Juan Tapia. Hablamos sobre el ex alcalde de New York, Rudolph Giuliani, quien estuvo recientemente en la ciudad. Abordamos su programa de seguridad, estadísticas y consecuencias. Música: "Otra vuelta de tuerca", de Las Pastillas del Abuelo.
Tercera Parte: Columna de Mitos Criminológicos. Hoy Nicolás Bessone nos habla sobre el mito de las drogas y el prohibicionismo.
Cuarta parte: Primer bloque de la entrevista a los abogados penalistas Sergio Fernández y Marcelo Savioli Coll. Temas: el rol del abogado penalista. Relación con los defensores oficiales. Trato con las fuerza de seguridad. Vinculación con los acusados y con las víctimas o familiares. Elección respecto de la defensa o no del que comete determinado delito. Música: "Rehenes", de Andrés Calamaro.
Quinta Parte: Segundo bloque de la entrevista a Sergio Fernández y Marcelo Savioli Coll. Conceptos sobre defender la libertad de una persona. Manejo de las críticas al defensor. Relación y cuestionamientos al Ministerio Público Fiscal.
jueves, 24 de octubre de 2013
Editorial 12º Programa
Un chico de uniforme azul.
Sólo un chico al que le hicieron creer que “la Patria lo llama”, que “la Patria lo necesita”, que en nombre Del Orden, patrullará las calles haciendo justicia, “haciendo grande a la Nación”…
Le dieron un arreglado y prolijo uniforme, le agregaron algunos accesorios para que porte una varita mágica que –más útil que la de Harry Potter- le da EL PODER; un arma que lo hace más fuerte que cualquier otro cowboy de la ciudad, y claro, un par de esposas que lograrán maniatar a cualquier insurrecto que atente contra el orden…
Además, le mostraron los encantos de “pertenecer”, de estar junto a otro montón de azules que creen en el “amor a la patria” y en “el deber”, y en el rango distintivo que saben poseer. Les explicaron que hay “códigos”, y que estos “códigos” no se rompen. A un azul no se lo traiciona, no se lo “buchonea”, no se lo deja solo…
Los educaron, y les hicieron padecer el espíritu de la disciplina y el orden en carne propia, y al unísono grito de “Sí, Sr.” “Sí Sra” responder con pretendida rectitud. Les mostraron que la “vida afuera es difícil, pero que sólo estos héroes de azul podrán contra los malos”…
Además les advirtieron que la batalla no será fácil, que también contra los de uniforme y escritorio van a tener que luchar, porque muchas veces van a poner trabas a la “realización de la justicia”.
Muchas veces estos “defensores de delincuentes” se esforzarán en hacerlos ver mal, en transformarlos en los “malos de la película”, olvidándose que ellos todo lo hacen por la Patria…
Éstos, que nada entienden de la calle, muy cómodos en sus lujosas oficinas, juzgan livianamente a los azules, cuando en realidad son estos titanes quienes pusieron en riesgo sus vidas en la guerra del asfalto; se atreven a juzgarlos con el dedo inquisidor diciendo que “el procedimiento fue nulo”, que “violaron derechos a un imputado”, que “plantaron pruebas”, que “hubo maltrato policial”... Qué falacias!!! Qué atrevidos!!!! Qué garantistas traidores a la patria!!!
“Pero qué fácil es para ellos! Se olvidan que La Patria nos llamó?! Se olvidan que sólo estamos para defender a la sociedad? Qué si no los frenamos, nos matan? Qué acá falta orden??!!!!”…
Contando con el más manifiesto apoyo de políticos que hacen de estos argumentos, pomposos y marketineros eslogan de campaña.
Lo que al pobre chico de azul, esperanzado en cambiar algo, y probablemente comprometido desde sus entrañas con el “llamado de la patria”, no le advirtieron es que eso no nos hará grandes.
La intolerancia con la que se despliegan los azules en la calle, el desprecio por “el otro” y por las normas, no disminuye la inseguridad, sino que la genera.
El camino del abuso policial es el que nos trajo a donde estamos hoy. Ciudades “inseguras” porque quienes el Estado envió a “proteger” generan pánico y terror. Azules que pintan todo de negro…
Abusos, maltratos, ilegalidades, corrupción, mentiras, torturas, muertes…y siempre un azul detrás.
El miedo sembrado desde el Estado…
Tanto es así, que también hay azules que amedrentan a los pocos, muy pocos, azules que resisten en las trincheras. La guerra de unos contra otros.
También la lucha de unos azules contra otros por saber quién manda a quién. Y a veces se topan con algunos, que no tan azules, también quieren participar del juego. Es que el premio ha seducido a muchos: el dominio de las calles, de negocios varios como la droga, el juego y la prostitución, porque –claro- si bien éstas son actividades ilícitas cuando encontramos a un pibe de barrio metido en el medio, para ellos es un lucro altamente redituable… en fin, la lucha por el poder.
Una lucha que se libra muchas veces, disimulando la escena: de repente aparece un ajuste de cuentas entre bandas, o un dudoso enfrentamiento con la policía que deja como saldo algún muerto de escasa importancia, y otras veces el escenario no pretende esconder mucho: una descarada manifestación de la brutalidad y violencia policial a plena luz del día, propias de la mafia italiana pero que ni Vito Corleone se hubiese atrevido a emprender. Las víctimas son de lo más variadas: desde pibes de las villas, hasta altos mandatarios políticos…nadie se salva de ser objeto de la vendetta azul.
Pero todo esto, a ese chico que estrena el uniforme azul no se lo contaron.
Y sin saber realmente de qué se trata esto, sale a la calle. Sale con sed de “hacer justicia”, de “terminar con los malos”, tiene en la cabeza la fantasía de alguna película de acción…
Así emprende el camino, para ir desencantándose poco a poco… Lo penoso de todo esto es que en el desencanto llegará el acostumbramiento, después la aceptación de la mano del conformismo. Y ese chico, que por el supuesto llamado de la Patria se vistió de azul, se irá volviendo gris, y después, cada vez más negro. Tan negro, que irá tiñendo de la más lúgubre oscuridad el destino de muchos pibes que se toparán en su camino… de cientos y cientos de víctimas de la más repudiable “maldita policía”.
Se terminará creyendo el cuento.
Se terminará contagiando de los azules sucios…y sino, desde ahora, debemos hacerle saber –porque eso no se lo dicen tampoco- que la resistencia no será fácil, porque los “códigos” no se rompen… pero bien vale la pena que lo hagan!!!
Sólo un chico al que le hicieron creer que “la Patria lo llama”, que “la Patria lo necesita”, que en nombre Del Orden, patrullará las calles haciendo justicia, “haciendo grande a la Nación”…
Le dieron un arreglado y prolijo uniforme, le agregaron algunos accesorios para que porte una varita mágica que –más útil que la de Harry Potter- le da EL PODER; un arma que lo hace más fuerte que cualquier otro cowboy de la ciudad, y claro, un par de esposas que lograrán maniatar a cualquier insurrecto que atente contra el orden…
Además, le mostraron los encantos de “pertenecer”, de estar junto a otro montón de azules que creen en el “amor a la patria” y en “el deber”, y en el rango distintivo que saben poseer. Les explicaron que hay “códigos”, y que estos “códigos” no se rompen. A un azul no se lo traiciona, no se lo “buchonea”, no se lo deja solo…
Los educaron, y les hicieron padecer el espíritu de la disciplina y el orden en carne propia, y al unísono grito de “Sí, Sr.” “Sí Sra” responder con pretendida rectitud. Les mostraron que la “vida afuera es difícil, pero que sólo estos héroes de azul podrán contra los malos”…
Además les advirtieron que la batalla no será fácil, que también contra los de uniforme y escritorio van a tener que luchar, porque muchas veces van a poner trabas a la “realización de la justicia”.
Muchas veces estos “defensores de delincuentes” se esforzarán en hacerlos ver mal, en transformarlos en los “malos de la película”, olvidándose que ellos todo lo hacen por la Patria…
Éstos, que nada entienden de la calle, muy cómodos en sus lujosas oficinas, juzgan livianamente a los azules, cuando en realidad son estos titanes quienes pusieron en riesgo sus vidas en la guerra del asfalto; se atreven a juzgarlos con el dedo inquisidor diciendo que “el procedimiento fue nulo”, que “violaron derechos a un imputado”, que “plantaron pruebas”, que “hubo maltrato policial”... Qué falacias!!! Qué atrevidos!!!! Qué garantistas traidores a la patria!!!
“Pero qué fácil es para ellos! Se olvidan que La Patria nos llamó?! Se olvidan que sólo estamos para defender a la sociedad? Qué si no los frenamos, nos matan? Qué acá falta orden??!!!!”…
Contando con el más manifiesto apoyo de políticos que hacen de estos argumentos, pomposos y marketineros eslogan de campaña.
Lo que al pobre chico de azul, esperanzado en cambiar algo, y probablemente comprometido desde sus entrañas con el “llamado de la patria”, no le advirtieron es que eso no nos hará grandes.
La intolerancia con la que se despliegan los azules en la calle, el desprecio por “el otro” y por las normas, no disminuye la inseguridad, sino que la genera.
El camino del abuso policial es el que nos trajo a donde estamos hoy. Ciudades “inseguras” porque quienes el Estado envió a “proteger” generan pánico y terror. Azules que pintan todo de negro…
Abusos, maltratos, ilegalidades, corrupción, mentiras, torturas, muertes…y siempre un azul detrás.
El miedo sembrado desde el Estado…
Tanto es así, que también hay azules que amedrentan a los pocos, muy pocos, azules que resisten en las trincheras. La guerra de unos contra otros.
También la lucha de unos azules contra otros por saber quién manda a quién. Y a veces se topan con algunos, que no tan azules, también quieren participar del juego. Es que el premio ha seducido a muchos: el dominio de las calles, de negocios varios como la droga, el juego y la prostitución, porque –claro- si bien éstas son actividades ilícitas cuando encontramos a un pibe de barrio metido en el medio, para ellos es un lucro altamente redituable… en fin, la lucha por el poder.
Una lucha que se libra muchas veces, disimulando la escena: de repente aparece un ajuste de cuentas entre bandas, o un dudoso enfrentamiento con la policía que deja como saldo algún muerto de escasa importancia, y otras veces el escenario no pretende esconder mucho: una descarada manifestación de la brutalidad y violencia policial a plena luz del día, propias de la mafia italiana pero que ni Vito Corleone se hubiese atrevido a emprender. Las víctimas son de lo más variadas: desde pibes de las villas, hasta altos mandatarios políticos…nadie se salva de ser objeto de la vendetta azul.
Pero todo esto, a ese chico que estrena el uniforme azul no se lo contaron.
Y sin saber realmente de qué se trata esto, sale a la calle. Sale con sed de “hacer justicia”, de “terminar con los malos”, tiene en la cabeza la fantasía de alguna película de acción…
Así emprende el camino, para ir desencantándose poco a poco… Lo penoso de todo esto es que en el desencanto llegará el acostumbramiento, después la aceptación de la mano del conformismo. Y ese chico, que por el supuesto llamado de la Patria se vistió de azul, se irá volviendo gris, y después, cada vez más negro. Tan negro, que irá tiñendo de la más lúgubre oscuridad el destino de muchos pibes que se toparán en su camino… de cientos y cientos de víctimas de la más repudiable “maldita policía”.
Se terminará creyendo el cuento.
Se terminará contagiando de los azules sucios…y sino, desde ahora, debemos hacerle saber –porque eso no se lo dicen tampoco- que la resistencia no será fácil, porque los “códigos” no se rompen… pero bien vale la pena que lo hagan!!!
Audios 11º Programa
Jueves 17 de octubre de 2013- Radio Comunitaria FM 88.7 "De La Azotea"
Hoy: "Drogas, el prohibicionismo y el fallo Arriola"
Primera Parte: Editorial del día. Hoy hablamos del miedo. Presentación de los temas del día.
Segunda Parte: Columna de Actualidad con Federico Wacker. Hoy: la iniciativa "Vecinos Sin Gorra", hablamos con una integrante de la Asamblea la Poderosa de Zavaleta. Música: "Biggest Mistake", de The Rolling Stone.
Tercera Parte: Columna de los Estudiantes de la Facultad de Derecho. Carolina y Emilia nos cuentan sobre la jornada de derecho al trabajo.
Cuarta Parte: Contextualización a cargo del docente universitario Juan Tapia. Música: "Mambeado", de Onda Vaga.
Sexta Parte: Segundo bloque de la entrevista a Lucas Arrimada. Temas: Paradigmas postprohibicionismo. Despenalización y legalización. El caso uruguayo. Lenguaje judicial. Música: "El chico de la tapa", de Fito Páez.
Séptima Parte: Columna de Jurisprudencia con Marcelo Madina. Hoy hablamos sobre el fallo Rossi de 2012, que instala la pregunta: ¿puede o no un juez imponer una pena superior a la que pide el fiscal?. Cierre. Música: "Anoche soñé contigo", de Kevin Johansen.
Hoy: "Drogas, el prohibicionismo y el fallo Arriola"
Primera Parte: Editorial del día. Hoy hablamos del miedo. Presentación de los temas del día.
Quinta Parte: Primer bloque de la entrevista a Lucas Arrimada, docente de la UBA y la Universidad de Palermo, autor del blog www.antelaley.com. Temas: impacto del fallo "Arriola". Actos privados y crítica al voto de la jueza de la Corte Carmen Argibay. Artículo 19 de la Constitución y el fallo "Bazterrica". Avance de políticas contra el tráfico y prevención sanitaria. Narcotráfico y adicciones.
Editorial 11º Programa
El miedo.
La Real Academia Española define al miedo como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario, un recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
Daño real o imaginario, dice la definición.
Muchos miedos han mutado a lo largo de la historia. Miedo a la noche, miedo al mar, miedo a las pestes, miedo al hambre, miedo al fuego, miedo a las bestias salvajes, miedo a las brujas, miedo a los herejes, miedo al interior de un cuerpo humano indescifrable.
En definitiva, algo subsiste: el miedo a la muerte. Muerte propia o de los seres queridos. Miedo a la enfermedad o al dolor. El miedo atravesándonos como un sentimiento tan real como imaginario.
“Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo
Miedo a la puerta sin cerradura,
miedo al tiempo sin relojes,
miedo al niño sin televisión,
miedo a la noche sin pastillas para dormir
y miedo al día sin pastillas para despertar”.
¿Cómo se explica que hoy tengamos muchísimas menos posibilidades de morir que hace 100 años y sin embargo estemos muertos de miedo?
La política criminal en Argentina se construye con el miedo como su principal variable.
El ingrediente explosivo que justifica lo intolerable.
La dosis exacta de irracionalidad que calma la angustia existencial de los bienvivientes.
Miedo para combatir el miedo.
Miedo apuntando a la tribuna, cuando se reclama la baja de edad de imputabilidad para que los más jóvenes queden abarcados por el sistema penal.
Miedo de los que tienen en cada esquina una garita de seguridad privada. Nunca estuvieron tan seguros y al mismo tiempo nunca se sintieron tan desprotegidos.
Miedo de los que circulan en sus camionetas 4x4 blindadas con vidrios polarizados. Y suben la ventanilla y cierran los pestillos y ponen primera cuando en un semáforo un pibe se acerca para pedirles dos pesos.
Miedo al otro, miedo al diferente, miedo al que se viste distinto a mi, miedo al que no vive en mi barrio, miedo al que escucha otra música, miedo al que tiene otro color de piel.
Miedo como disparador de microfascismos.
Miedo como punta de lanza de la manipulación mediática.
Miedo manipulado por las preguntas de un movilero que pone cara de preocupado cuando se enciende la cámara: “¿se siente desprotegido, siente que nadie nos cuida?”.
Miedo explotado por los comentarios de un locutor que frunce el entrecejo para la ocasión: “¿hasta cuando otra víctima de la maldita inseguridad?. Nos van a matar a todos. No podemos ni salir a la calle”.
Miedo comercializado por la propaganda que te vende puertas blindadas “mas duras que la realidad”.
Miedo contabilizado por la cantidad de muertos “por la delincuencia”, sin diferenciar si son homicidios en ocasión de robo, en peleas absurdas o en conductas negligentes derivadas de la proliferación de armas . Muertos que se cuentan sin contar los casos de gatillo fácil o violencia institucional.
El miedo es un arma poderosa de movilización política.
Se trata, primero, de transformar el miedo en terror. En la Argentina el terror moviliza. “La gente” sale a la calle si la asustan. ¿Qué asusta a “la gente”? La delincuencia. Se trata, entonces, de volverla absoluta, de expandirla, de hacerles sentir a todos que todos serán víctimas de ella.
“El miedo al silencio aturde las calles.
El miedo amenaza.
Si usted ama, tendrá sida.
Si fuma, tendrá cáncer.
Si respira, tendrá contaminación.
Si bebe, tendrá accidentes.
Si come, tendrá colesterol.
Si habla, tendrá desempleo.
Si camina, tendrá violencia.
Si piensa, tendrá angustia.
Si duda, tendrá locura.
Si siente, tendrá soledad”.
Esta noche, en este momento, mientras estamos hablando, alguien vende miedo en tu televisor.
Y otro, que escucha con los ojos desorbitados, acaricia el cargador de su 9 milimetros .
La Real Academia Española define al miedo como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario, un recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
Daño real o imaginario, dice la definición.
Muchos miedos han mutado a lo largo de la historia. Miedo a la noche, miedo al mar, miedo a las pestes, miedo al hambre, miedo al fuego, miedo a las bestias salvajes, miedo a las brujas, miedo a los herejes, miedo al interior de un cuerpo humano indescifrable.
En definitiva, algo subsiste: el miedo a la muerte. Muerte propia o de los seres queridos. Miedo a la enfermedad o al dolor. El miedo atravesándonos como un sentimiento tan real como imaginario.
“Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo
Miedo a la puerta sin cerradura,
miedo al tiempo sin relojes,
miedo al niño sin televisión,
miedo a la noche sin pastillas para dormir
y miedo al día sin pastillas para despertar”.
¿Cómo se explica que hoy tengamos muchísimas menos posibilidades de morir que hace 100 años y sin embargo estemos muertos de miedo?
La política criminal en Argentina se construye con el miedo como su principal variable.
El ingrediente explosivo que justifica lo intolerable.
La dosis exacta de irracionalidad que calma la angustia existencial de los bienvivientes.
Miedo para combatir el miedo.
Miedo apuntando a la tribuna, cuando se reclama la baja de edad de imputabilidad para que los más jóvenes queden abarcados por el sistema penal.
Miedo de los que tienen en cada esquina una garita de seguridad privada. Nunca estuvieron tan seguros y al mismo tiempo nunca se sintieron tan desprotegidos.
Miedo de los que circulan en sus camionetas 4x4 blindadas con vidrios polarizados. Y suben la ventanilla y cierran los pestillos y ponen primera cuando en un semáforo un pibe se acerca para pedirles dos pesos.
Miedo al otro, miedo al diferente, miedo al que se viste distinto a mi, miedo al que no vive en mi barrio, miedo al que escucha otra música, miedo al que tiene otro color de piel.
Miedo como disparador de microfascismos.
Miedo como punta de lanza de la manipulación mediática.
Miedo manipulado por las preguntas de un movilero que pone cara de preocupado cuando se enciende la cámara: “¿se siente desprotegido, siente que nadie nos cuida?”.
Miedo explotado por los comentarios de un locutor que frunce el entrecejo para la ocasión: “¿hasta cuando otra víctima de la maldita inseguridad?. Nos van a matar a todos. No podemos ni salir a la calle”.
Miedo comercializado por la propaganda que te vende puertas blindadas “mas duras que la realidad”.
Miedo contabilizado por la cantidad de muertos “por la delincuencia”, sin diferenciar si son homicidios en ocasión de robo, en peleas absurdas o en conductas negligentes derivadas de la proliferación de armas . Muertos que se cuentan sin contar los casos de gatillo fácil o violencia institucional.
El miedo es un arma poderosa de movilización política.
Se trata, primero, de transformar el miedo en terror. En la Argentina el terror moviliza. “La gente” sale a la calle si la asustan. ¿Qué asusta a “la gente”? La delincuencia. Se trata, entonces, de volverla absoluta, de expandirla, de hacerles sentir a todos que todos serán víctimas de ella.
“El miedo al silencio aturde las calles.
El miedo amenaza.
Si usted ama, tendrá sida.
Si fuma, tendrá cáncer.
Si respira, tendrá contaminación.
Si bebe, tendrá accidentes.
Si come, tendrá colesterol.
Si habla, tendrá desempleo.
Si camina, tendrá violencia.
Si piensa, tendrá angustia.
Si duda, tendrá locura.
Si siente, tendrá soledad”.
Esta noche, en este momento, mientras estamos hablando, alguien vende miedo en tu televisor.
Y otro, que escucha con los ojos desorbitados, acaricia el cargador de su 9 milimetros .
Suscribirse a:
Entradas (Atom)