CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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jueves, 4 de agosto de 2011

Editorial 7º Programa


En un reciente artículo publicado en Miradas al Sur, Ricardo Ragendorfer plantea que si en el lapso de sesenta minutos vemos que se emite una y otra vez por la TV la noticia sobre un remisero asesinado en algún arrabal del Gran Buenos Aires, la señora de Barrio Norte termina imaginando que la vereda de su hogar esta tapizada con cadáveres. Así, ese método también es útil para pulverizar la reputación de una persona, como demostró el escritor alemán Heinrich Böll en su novela El honor perdido de Katharina Blum, de 1974, cuyo tema central son las campañas de difama­ción articuladas por la prensa amarilla.
En esa novela, el personaje principal es una mujer común e intrascendente que pasa una noche con alguien, sin saber que ese alguien es un prófugo de un grupo armado. Ese dato, en manos de un reportero que manipula la verdadera raíz de los hechos, termina por destruir su vida privada. El fugitivo había pasado a un segundo plano; ahora era ella quien copaba la escena, y sólo por aquella involuntaria circunstancia. El universo de la comunicación posee su propio sistema punitivo: la criminología mediática.
Primero fue “SOFIA GALA PORRO” en letra catástrofe para instalar la demonización de los miles y miles que en todo el país exigen que las leyes sean más justas, humanas y eficaces, pensando y proponiendo alternativas políticas, legales y culturales al prohibicionismo y el narcotráfico. Días después “EL PUTICLUB DEL JUEZ POR DENTRO”, inventa una evidente mentira para denostar a quien atreve plantarse con un pensamiento y acción para la contención del poder punitivo. Atacan a quien nutre de argumentos para defender la legitimidad de los derechos humanos, para la construcción de un orden social en que el poder de Policía del Estado sea mínimo y dirigido a la persecución de quienes dañan la propiedad de millones de personas vaciando lo público para engordar lo privado, de quienes atentan contra la vida de las personas cometiendo genocidios con balas y con hambre.
“Miente, miente, que algo queda” era la frase de cabecera del propagandista del nazismo Joseph Göebbels, y en los últimos días, asistimos a un nuevo capítulo de estas prácticas desligitimadoras, campañas de difamación y persecución orquestadas por los poderosos quienes siembran mentiras utilizando sus medios de comunicación, construyen un “otro” enemigo y legitiman su destrucción.
Hoy los tratantes del sentido común, ejemplifican el accionar de la Criminología mediática que Raúl Eugenio Zaffaroni construyó como concepto y verificó como realidad cada vez más preocupante. Vuelven a la carga, tratando de deslegitimar a los Jueces, funcionarios y empleados judiciales que no les resuelven los amparos a su favor en tiempo récord; a quienes van a las Comisarías a denunciar el fraguado de causas, las torturas y desapariciones que cometen quienes debieran estar al “servicio de la comunidad”. Ellos quieren que los tres poderes del Estado inventen mecanismos acrobáticos para legitimar el saqueo y la venta del Estado, que vayan a las Comisarías para hacer “oídos sordos” a los negocios y crímenes que cometen las fuerzas de seguridad. Ellos quieren todo, y porque para ellos “no importa el color del gato, sino que cace ratones”, mienten y mentirán para seguir intentando naturalizar la desigualdad habitual que los favorece.
Tuvimos el honor de entrevistar a Zaffaroni en la apertura de la primera edición, y quisimos hacerlo por sus aportes a la construcción de la Utopía que nos mueve. Por compartir su pensamiento, y obligarnos a pensar con él cómo construir una Sociedad, en que la materialización de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad permitan lograr una prisión sin muros, una Justicia sin vendas y una policía sin gatillo, el horizonte hacia el que jamás dejaremos de caminar.



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