CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

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jueves, 15 de septiembre de 2011

Editorial "Discursos Criminológicos"


La palabra discurso tiene, según la Real Academia Española, más de diez definiciones: desde el “uso de razón” hasta el “razonamiento o exposición sobre algún tema que se lee o pronuncia en público”, sin dejar de lado que el discurso deja entrever una “doctrina, ideología, tesis o punto de vista”.
Ahora, ¿de qué se habla cuando se habla de un “discurso criminológico”? ¿es posible analizar este concepto saliendo de la teoría y observando la cotidianidad en la que está inmersa una sociedad?
Volviendo a las definiciones, la criminología es la “ciencia social que estudia las causas y circunstancias de los distintos delitos, la personalidad de los delincuentes y el tratamiento adecuado para su represión”. Sin embargo, en la construcción de un discurso criminológico, o de un discurso en general, la realidad supera a una mera definición y se entrelazan cuestiones más complejas que las significaciones.
Las personas que a diario transitan las calles sumidas en su individualidad tienen incorporada la visión de la cuestión criminal que construyen los medios de comunicación . Ahora bien, ¿por qué aceptan esta construcción de la realidad? ¿no se está subestimando, en parte, el poder de razonamiento del ser en sí mismo?
Es posible decir que la criminología mediática siempre apela a una creación de la realidad a través de información, subinformación y desinformación en convergencia con prejuicios y creencias. La idea de una causalidad canalizada contra determinados grupos humanos, que son los que se convierten en chivos expiatorios, es un modo de bajar el nivel de angustia que genera la violencia difusa. “Conociendo al enemigo es más fácil combatirlo”, se podría decir.
Bajo esta óptica, uno de los medios de comunicación por excelencia, la televisión, juega un papel primordial: por eso, cuando decimos “discurso” el mismo se puede entender como “mensaje”, en consonancia con la imposición de imágenes. Entonces, ¿cuál es la incidencia de este discurso en el receptor? La comunicación por imágenes siempre se refiere a cosas concretas, pues eso es lo único que se puede mostrar a través de ellas. En consecuencia, quien incorpora esa información es instado en forma permanente al pensamiento concreto, lo cual debilita su entrenamiento para el pensamiento abstracto, para el razonamiento.
La cuestión de la comunicación por imágenes está en que impacta en la esfera emocional. A veces la imagen ni siquiera necesita sonido: por algo, “una imagen vale más que mil palabras”. El ser humano no siempre percibe lo que mira. El bombardeo constante, organizado bajo la lógica mediática, lleva a que el receptor atraviese lo que algunos denominan como “alevosía comunicacional”.
Hoy, este discurso criminológico es el que lleva a la creación de una la realidad en la que hay todo un mundo de personas decentes frente a una masa de criminales identificada a través de estereotipos. Así es como se configura un “ellos” separado del resto de la sociedad, por ser un conjunto “diferente y malo”. Ese “enemigo cambiante” -que va mutando constantemente de acuerdo a las necesidades imperantes- está siempre presente, acechando y amenazando a la sociedad.
Por eso, y bajo esta óptica en la que el bueno y el malo están delimitados, los hechos están narrados casi como si fueran ficción y el discurso es utilizado como un mecanismo de control, no hay espacio para la reparación, el tratamiento o la conciliación. Lo cierto es que sólo el modelo punitivo violento es el que limpia la sociedad y, lamentablemente, eso es parte de lo que se instala en el imaginario colectivo, dando lugar a la permanencia de un “discurso criminológico” que, en lugar de llevar a una comprensión, conlleva a la desinformación de una sociedad que no está interesada en ver más allá de lo que le muestran.

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