CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

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martes, 10 de agosto de 2010

Editorial del Programa 14. Torturas y Abuso de Poder



Antes de comenzar la sesión de tortura, los Inquisidores intimaban al acusado para que, por amor de Dios diga la verdad, es decir confesase su culpabilidad, advirtiéndole que de no hacerlo tendrían que someterle definitivamente a tormento.
En muchas ocasiones el reo confesaba su culpabilidad ante la simple presencia de los instrumentos de tortura junto a los comentarios de advertencia de los Inquisidores.
Pero si el acusado persistía en su negativa de no confesar su culpabilidad, comenzaba la sesión de tortura.
Al inicio del suplicio, los Inquisidores disponían que el procesado fuese <> en su presencia. De tal operación se encargaba el mismo Verdugo.
El proceso estaba muy reglamentado , en contra de lo que se suele creer, y se iniciaba con el empleo del Cordel o Tormento de Mancuerda . Se fijaba al reo en el potro con grilletes, y en este caso se le aplicaban distintas cuerdas que se arrollaban como torniquetes independientes en distintas partes del cuerpo. Sobre cada una, el verdugo ejercía la presión que se consideraba conveniente. Este método era el primero que se aplicaba en los interrogatorios y por lo general se empezaba con un solo torniquete en el brazo y si el reo “no colaboraba” confesando, se le iban añadiendo más torniquetes en otras partes del cuerpo.
Si este tormento no había resultado efectivo, se solía continuar con el Tormento del agua o Toca. Para la TOCA se inmovilizaba al procesado sobre una mesa de madera y le colocaban un trapo de lino en la boca, deslizándolo hasta la garganta. Luego, el verdugo procedía a echar agua lentamente, mediante jarras de capacidad para algo más de un litro, produciéndole al preso la sensación de ahogamiento. De vez en cuando le era retirada la toca para obligarle a confesar. La severidad del castigo se medía por el número de jarras consumidas, a veces hasta seis u ocho.
En último término y en menor proporción se aplicaba la garrucha.
La GARRUCHA consistía en sujetar los brazos de la víctima por detrás de su espalda, alzándole desde el suelo con una soga atada a las muñecas, mientras de los pies pendían pesas. En tal posición era mantenido durante un tiempo, agravándose a veces el tormento soltando bruscamente la soga -que colgaba de una polea o garrucha- y dejándole caer, con el consiguiente peligro de fracturar sus extremidades.
El Médico examinaba al acusado antes, durante y después del tormento.
Cada fase de la sesión de tortura venía interrumpida por un nuevo interrogatorio y si este no resultaba satisfactorio, se proseguía con el ritual hasta obtener una confesión coherente del reo o hasta llegar al límite de su resistencia, momento en que se suspendía y se aplazaba para otra sesión, si se juzgaba oportuno. El desarrollo de la tortura era registrado escrupulosamente por los secretarios, incluyendo los quejidos y exclamaciones proferidas por las víctimas.
Según el reglamento, en teoría, la tortura en la Inquisición española no podía exceder de una hora y cuarto de duración y sólo se aplicaba en una oportunidad por juicio. Pero en la práctica para poder repetir la sesión de tortura se recurría a la ficción legal de la suspensión temporal del tormento, con lo que se podía aplicar hasta en tres sesiones.


Desde la ejecución de las sesiones de tormento de la Edad Media, la humanidad ha evolucionado y se han creado diversos instrumentos de Derechos Humanos tendientes a la abolición de la Tortura.
Ahora…. ¿esto es realmente es así?
Porque si se ha abolido universalmente la tortura, ¿cómo se explica que en nombre de “la guerra contra el terrorismo”, el ex Presidente Bush haya vetado en 2008 una ley que prohibía el submarino como método de interrogatorio a los detenidos?
El submarino seco consiste en colocarle una funda plástica en la cabeza del imputado, hasta que su propia respiración lo ahoga. El submarino mojado consiste en amaniatar al reo e introducirlo de cabeza en un tanque con agua salada u otro líquido, con las piernas suspendidas hacia arriba hasta que empieza a ahogarse, pudiendo incluir descargas eléctricas con cables pelados conectados en un tomacorrientes o foco.
Si hemos progresado como sociedad, ¿cómo se explica que series televisivas como “24”, que hacen un culto de las técnicas de tortura a los sospechosos, sean un éxito mundial y los jóvenes pretendan emular al torturador “Jack Bauer”?
Si el derecho internacional de los Derechos Humanos está vigente en nuestro ámbito, ¿cómo se explica que el 21 de junio de 2010 el Relator de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresara su profunda preocupación por la constatación que en los centros de detención de la Provincia de Buenos Aires se inflingen torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes a los privados de libertad; en particular, dando cuenta de golpizas frecuentes, muchas veces seguidas de duchas frías; de la práctica de la “falanga” o “pata-pata”, consistente en golpes propinados en la planta de los pies; de malos tratos mediante disparos con balas de goma; de aislamiento prolongado en celdas de castigo; e inclusive, de tratos crueles inflingidos a un miembro del Servicio Penitenciario como parte de un “ritual de iniciación” para ingresar en un grupo de élite de ese cuerpo’?
Si tenemos controles que prevengan prácticas aberrantes, ¿cómo se explica que en marzo de 2010, en el interior de la Comisaría Tercera de Mar del Plata, con diferencia de sólo 24 horas, dos jóvenes denunciaran brutales golpizas, que obligaron a uno de ellos a ser hospitalizado, colocándosele un drenaje en un pulmón, mientras exhibía que le faltaba un pedazo de oreja y evidenciaba heridas en el rostro y la espalda, habiendo sido golpeado con patadas voladoras en el pecho, golpes en la cabeza, siendo además obligado a tragar su propia orina?
Pero sobre todo, si hemos aprendido de nuestro pasado reciente, de nuestra época más oscura, donde se naturalizó la tortura como práctica sistemática de exterminio masivo, ¿cómo es posible que la mayoría de los comentarios de lectores que se publicaron en el periódico El Atlántico ante la difusión de la noticia de Torturas en la Comisaría Tercera, en vez de reaccionar, al punto de indignarse con estas prácticas, haya consentido, avalado e incluso fomentado esta violencia ejercida desde el Estado, que está amparada bajo la cobardía del poder?

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