CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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martes, 31 de agosto de 2010

Critica Penal - Programa 16: Pena de Muerte. Editorial



¿Que siente un juez en el instante que ordena la pena de muerte para un condenado?

¿Se siente Dios, por tener la posibilidad de interrumpir una vida humana ?

¿Se siente Hombre, un hombre elegido, un hombre llamado a cumplir una tarea superior, la tarea de juzgar a sus pares, teniendo la posibilidad de decidir quién vive y quién muere?

¿Se siente Justo, por reestablecer el orden desordenado, por cumplir con el equilibrio talional que propone el ojo por ojo, el diente por diente?

¿Se siente Protector, por Defender a la Sociedad, eliminando a la manzana peligrosa que pone en riesgo al resto?

O no siente nada, y firma la sentencia a muerte imperturbable, con la misma pasividad con la que firma el talón de una compra con su tarjeta de crédito.

Víctor nació hace 38 años en Córdoba.
Cuando tenía tan solo tres años de edad, su padre abandonó el hogar y nunca más supo de él. Los psicólogos que lo trataron muchos años después, dijeron que ese abandono influyó para que se convierta en un hombre introvertido y silencioso.
Simpatizante de River Plate y de Talleres, a los 14 años, abandonó los estudios para probar ingresar en la Escuela de Mecánica de la Armada, ya que soñaba con ser marinero y viajar por el mundo.
Cuando fue dado de baja, decidió partir. Viajó a Florianópolis donde se reencontró con el padre ausente, con quién convivió unos seis meses hasta que decidió nuevamente partir.
Recorrió miles de kilómetros viajando a dedo, durmiendo en plazas, subsistiendo con la venta de artículos que provenían de pequeños robos. Viajó por Brasil, Bolivia, Perú y Ecuador hasta que decidió ir en búsqueda de ese país que le despertaba una gran fascinación desde niño: el país de la libertad, el país del sueño americano.
Entró a EE.UU. con un pasaporte falso y llegó hasta Nueva York, en donde consiguió empleo en un restaurante. No aguantó mucho tiempo, según sus dichos por la exigencia de ese trabajo, por lo que decidió probar suerte en Dallas, en donde le habían dicho que en el rubro de la construcción ganaría una cantidad de dinero similar pero con mucho menos esfuerzo.çRecaló en uno de los suburbios más peligrosos de esa ciudad, en donde diariamente se drogaba y bebía cerveza; allí conoció a Jorge Chávez, de nacionalidad mexicana, con quien lentamente empezó a hundirse en el alcohol y en el crack.

¿Que siente el verdugo en el momento en que pone en marcha el mecanismo de ejecución?

¿Se siente cumpliendo con su capacitación previa, en la que se comprometió a realizar una “muerte digna y humanitaria”.?

¿Se preocupa por encontrar una vena adecuada para insertar la aguja donde la inyección letal ingresará al organismo, haciendo perder el conocimiento al preso, para luego paralizar el diafragma que impide la respiración, para luego producir el paro cardíaco letal?
¿Siente el olor de la carne quemada que producen las descargas de corriente eléctrica sobre el preso que él propio verdugo ha amarrado a una silla construida a ese fin?

¿Siente alguna diferencia entre su tarea y la de los sicarios contratados para matar o retorna a su casa, luego de fichar la tarjeta de presentismo, como la misma naturalidad de quién llega del trabajo de oficina?



El 25 noviembre de 1995, luego de haberse excedido con alcohol y drogas, en la playa de estacionamiento de un supermercado, Víctor y Jorge Chávez, secuestraron a Paul Ray King, de 48 años de edad, casado y padre de familia, comerciante de profesión. Llevaron a King en su auto hasta un bosque en donde Victor lo ejecutó con cinco certeros balazos, robándole después tan solo un reloj de plástico y 50 dólares.
Una vez detenidos por la policía, él confesó su culpabilidad. En julio de 1996, la Justicia de los EE.UU. lo encontró culpable del crimen y lo condenó a muerte. Uno de los fundamentos del fallo fue el informe del perito psiquiátrico que deslizó que Víctor era proclive a reincidir porque así lo demostraban las estadísticas entre los convictos latinos.
Se fijó fecha de ejecución para abril del año 2000, pero se postergó indefinidamente. En noviembre de 2004, un nuevo tribunal confirmó la condena a muerte a Víctor.

¿Qué sienten los familiares de la víctima que están presentes, visualizando la ejecución del victimario?

¿Se sienten satisfechos por haber observado el sufrimiento de quién los hizo sufrir?

¿Sienten paz al sentir que ese prisionero ha muerto?

¿Sienten que han vivido un claro día de justicia?

Víctor es Víctor Saldaño. El primer argentino condenado a la pena de muerte en los Estados Unidos.
En los últimos años, está alojado en la prisión de máxima seguridad de Polunsky, 120 kilómetros al norte de Houston. Permanece en una celda individual de seis metros cuadrados, sin contacto con nadie más que el guardiacárcel que lo lleva esposado a darse su ducha diaria y un médico que lo revisa de cuando en cuando.
En 2007, en una entrevista con el Diario Clarín, demostraba que su ánimo ya estaba alterado producto de tantos años de encierro, exceso de calmantes y denigración que arruinan su estado mental. A ese diario le confesó "quiero que me maten"; ante la pregunta de cómo imagina el día de su ejecución, contó "seguro estará la familia de King. Les diré que me disculpen, que estuve muy payaso. Que estaba tomado y no sabía lo que hacía. Será un día bien lindo para mí. Voy a estar contento. Al fin voy a salir de acá y después voy a nacer de nuevo".

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