Una idea…un anhelo… casi un sueño. Así empezaba todo.
Personas que se fueron involucrando, esfuerzos, tiempos, propuestas, puestas en común, más propuestas, debates, discusiones, análisis y cambios, todo para dar forma a esa original idea.
El proyecto tomaba color.
Dos mil diez sería el punto de partida.
Las primeras emisiones fueron viendo la luz de “AIRE” que indicaba que alguien, solo algunos por aquel entonces, estaban del otro lado del parlante escuchando lo que teníamos para decir.
Con los primeros programas aparecían las dudas del “cómo”, pero a la vez, la más firme certeza de que se quería, se quería hacer un programa distinto, un programa que buscara dar otra versión de las cosas, que leyera la realidad con otro lente.
Un espíritu crítico que tenía que salir de las cuatro paredes donde algunos “distintos” se sentaban a discutir…una puerta que tenía que abrirse. Así, fuimos viendo que los “distintos”, los “raros”, éramos muchos más de lo que creíamos…
Para dar forma fue necesario gente. Personas que desde distintos espacios y con disímiles herramientas aportaron a la causa. Personas que entendieron la necesidad de compartir para poder construir.
Y así, unos fuimos aprendiendo de otros. El cómo comunicar una idea, un pensamiento, una noticia fue una difícil tarea de enseñanza que emprendieron –y emprenden todos los días- las periodistas para con los abogados que participamos de esto. Y ellas, a su vez, debieron adaptarse al lenguaje y a las instituciones del derecho penal…no fue ni es fácil, pero es muy bueno.
Y todos debimos aprender los códigos radiales, los tiempos de la comunicación, y los modos tan propios de este maravilloso y desconocido espacio.
Un proceso de enseñanza-aprehensión que nos retroalimenta todos los días, un mecanismo que nos construye.
En el medio, piezas esenciales. Decenas de invitados que desde distintos lugares y saberes aportaron al proyecto. Imposible nombrarlos a todos, pero cómo olvidarnos de la magnífica entrevista brindada por Zaffaroni a algunos miembros del equipo en su despacho de la Corte; o las reflexiones críticas efectuadas por Iñaki Rivera Beiras en nuestros estudios; o las verdades sin pelos en la lengua que soltaba Alcira Daroqui en una fría noche marplatense; las cálidas palabras de cierre de ciclo que desde Barcelona hacía Pep García Borés; las agudas respuestas que ofrecía Roberto Gargarella en nuestro primer año; la pasada emisión desde la celda itinerante; y numerosos defensores, fiscales, jueces, profesores, comunicadores que generosamente desde nuestros comienzos nos regalaron su tiempo para poder pensar y debatir, sabiendo que es el único modo en el que se puede construir.
Y los temas también propusieron variedad: el poder judicial, la policía, la cárcel, la regulación del espacio urbano, la historia y el poder punitivo del estado, los medios de comunicación y su rol, pero siempre bajo la necesidad de profundizar la mirada, de escarbar, de llegar más adentro, de no quedarnos en las meras apariencias o pretendidos análisis, sino verdaderos desmenuzamientos de los tópicos que se trataron. Porque la realidad lo requiere. Porque la ciudadanía lo merece.
Para que la lectura y análisis no fuese sesgado era necesario que lo que nos pasaba en lo diario al tratar estas cuestiones estuviese ahí también. La empatía. Ponernos en el lugar del otro, sentir lo que afectaba al otro. Hacer propio el sufrimiento de los que son excluidos por el estado en el más absurdo y funcional de los abandonos. Dar lugar a las voces que padecen el olvido y la desidia.
Denunciar, criticar, no quedarnos callados frente a esta realidad que sólo agudiza la violenta e indigna vida que tienen miles de personas.
Una realidad que nos obliga a comprometernos con el otro, con su sufrimiento, con su dolor; requiriendo las voces de denuncia contra los abusos, la desidia, el abandono.
Un compromiso que hoy se mantiene: la lucha por el más acérrimo apego a los derechos humanos.
Imposible pasar por alto que este proyecto no sería lo que es sin el que está del otro lado. El que escucha, el que acompaña, el que cuestiona, el que duda, el que critica, en definitiva, el que piensa. A ustedes, gracias.
Cuatro años después, y pese a las contingencias, las dificultades, los cansancios, las discusiones, acá estamos. Seguimos buscando aportar desde este espacio a la construcción de la ciudadanía. Un proceso constructivo que busca una sociedad más justa, más comprometida, más solidaria, más sensible al dolor del otro, en definitiva, más humana.
Un compromiso que ha sido y es el motivo por el cual quienes hacemos Crítica Penal seguimos acá.
Porque empezó como un sueño y hoy es toda una realidad que nos construye en lo diario y nos empuja a buscar que este grupo de “raros” sea cada vez más numeroso, para que esta crítica a las vulneraciones de derechos y los abusos, sea la regla, y lo anormal pase a ser habitual.
Crítica Penal, por mucho más.
Llevamos causas de derecho penal en Posadas
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