CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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jueves, 19 de septiembre de 2013

Editorial 7º Programa

Corrían los últimos días de octubre del ’76 en un barrio tranquilo de La Plata, un barrio como muchos otros de la provincia de Buenos Aires. En una casa pequeña, vivía un albañil. Un trabajador junto a sus dos pequeños hijos –Gustavo y Rubén- y su mujer Irene.
Esa noche del 27 sería el principio del fin, Julio se había convertido –y sin saberlo, para siempre- en presa de la maldad.
Los ejecutores de la más cruenta y espeluznante dictadura, irrumpieron en su casa –implantando el miedo más visceral como sólo ellos supieron hacerlo-, y se lo llevaron.
Durante aquellos días permaneció detenido bajo órdenes del comisario Etchecolatz…se sumó a esas interminables listas de “desaparecidos”.
Pero Julio apareció

Pasados los años, y con las cicatrices imborrables del dolor y el horror, llegó el día: Julio podría por fin, encontrarse cara a cara con su verdugo, pero ahora, amparado por la robusta democracia, esa por la que tanto había peleado, aguantado, luchado…gracias a ella, hoy se sentía seguro…
Y así, con firmeza, y con la determinación que provoca el dolor, el sufrimiento propio y ajeno, y el horror vivido en carne propia durante la última dictadura, Julio López, “un desaparecido”, se enfrentó al, por entonces, Comisario Etchecolatz, y relató uno a uno los hechos que vivió bajo su tétrica y aterradora supervisión.

Los relatos, escalofriantes. Lo sucedido, aún peor.
Como él mismo contó: “Resulta que ese día como a mi no me hacía mucho la picana, porque era con batería y no me hacía mucho, sentía un cosquilleo y todo…[me dijo] “ahora acá  vas a sentir, vas a ver”, y le dice a los otros cargándome, “che prendela directo desde la calle a la máquina…” ¿Quién decía todo esto? –pregunta el juez- “Etchecolatz, el señor Etchecolatz!!"

En su voz se traslucía el más profundo y arraigado dolor, ese que no le permitió olvidar siquiera el más mínimo detalle de aquellos días, ese que tampoco le permitió perdonar, pero que a su vez lo empujo a acudir a la justicia, a creer en la justicia, a creer en la democracia.
Pero la maldad ya lo tenía marcado, ya lo había sentenciado.

El 18 de septiembre de hace ya siete años, la maldad se lo llevó. Pero no actuó sola. La democracia, esa que tenía que cuidarlo, que tenía que velar por él, lo dejó solo. La indolencia, la desidia, la indiferencia, la violencia, la impunidad, las más altas miserias se han ocupado de que una víctima de la dictadura, hoy lo haya sido en democracia…
Un sobreviviente al terror más absoluto, fue presa fácil de esta democracia hipócrita, renga, miope y mentirosa. Una que a siete años, no tiene imputados, procesados, no tiene respuestas.
Y Julio, esta vez, no apareció

Porque el “nunca más” se quedó en los libros, porque a Julio lo acompaña Luciano…
Porque las víctimas de ayer, hoy sufren el desamparo.
Porque los desaparecidos no lo fueron por obra de magia, sino por la decisión de alguien
Porque a siete años, no hay lugar para el olvido de aquél que con su ausencia se encuentra más presente que nunca…

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