CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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jueves, 12 de septiembre de 2013

Editorial 6° Programa

Temblamos, lloramos, gritamos, no podemos más. Tenía 9 años, de luz, de risa, de paz. Aterrado y meado, estaba acurrucado, bien refugiado, como cada vez que lanzan para estos lados las batallas que digitan desde sus barrios privados. Para no ver nada, se mantuvo escondido debajo de una mesada, aun cuando todos estábamos reclamando que la Prefectura interviniera en lo que estaba pasando. Pero aparentemente no era una cuestión de guita, porque se quedaron en la garita. Y en el segundo tiroteo, totalmente anunciado, Kevin Molina resultó baleado. Un tiro en la cabeza, en el medio de la pobreza.
Y no, no se fue “otro pibe”. Se fue un pibe, que era único, tierno, irrepetible. Nos quitaron a un sobrino, a un hijo, a un chiquito de tercer grado, por otro enfrentamiento que perfectamente se pudo haber evitado. ¿Fue culpa de los narcos? ¡Vayan a buscarlos donde guardan sus barcos! ¿O van a proponer más uniformados? ¡Para qué mierda están por todos lados! ¿O van a decir que fue el “contexto de peligrosidad”? Le faltaban 9 años para ser mayor de edad.
¿Dónde estarán ahora los que vienen a la villa para hacer sus crónicas malditas? Vengan a ver cómo está su madre, sus amigos, sus hermanitas, pero van a tener que embarrarse los zapatos en esos pasillos inundados que la gorra sólo camina para cerrar sus negociados. Toda Zavaleta está destrozada, llorando sangre y sintiendo que nada sirve para nada, que podemos marchar a tribunales o explotar en las redes sociales, pero seguiremos siendo “los marginales”. ¿O van a decir que acaso fue un caso aislado? ¡Qué quilombo armarían si hubiera pasado en otro lado!
Nos mataron a Kevin, la concha de su madre, acá, en la casilla de la tira 6 que compartía con sus hermanos, justito atrás de la “Plaza Kevin” que ayudó a construir con sus propias manos. Y que no se llamó “Kevin” por él, sino por un amiguito suyo que hace 4 años perdió la vida, por otra “bala perdida”. Aquel día, este Kevin, Kevin Molina, escuchó ese disparo desde la habitación que se volvió nuestra redacción, pero creyó entonces que habían matado a un perro. Y pálido, dijo: “Mataron al pedo”. Sin querer, adivinó: pronunciaba mal la erre, pero no se equivocó. Hablaba hermoso, era flaquito, vivía sonriente, le faltaba un diente. Corría rápido con sus patitas, a la hora de las “gatetitas”. Y participaba del espacio de apoyo que se daba cerca de su casa, desde el día que su amigo se convirtió en esa plaza. Todo este amor, ahora es dolor.
Vengan si quieren discutirlo, o al menos sentirlo, que nos van a encontrar parados de manos, gritando que actualicen los Derechos Humanos, porque sus Fuerzas de Seguridad están al servicio de cualquier cosa, menos de nuestra comunidad. Ya habrá tiempo para denunciar lo que vimos y vivimos, pero hoy sentimos que también lo perdimos por todo lo que no hicimos, lo que no pudimos o lo que no supimos. Desde ahora y para siempre, lo llevaremos en la piel: si Kevin murió por nosotros, nosotros vamos a vivir por él.

Con estas palabras, los integrantes de La Garganta Poderosa expresaban su bronca, su rabia e indignación por la muerte de Kevin. La misma que nos embargó a todos cuando nos enteramos de su asesinato.
Un asesinato del cual no hablaron ni TN ni la Televisión Pública, y que no fue tapa de ningún diario, ni apareció entre notas perdidas de los medios masivos de comunicación.
Un asesinato que se transforma en evidencia de que, para los grandes medios de comunicación, existen muertos de primera y muertos de segunda. ¿Qué hubiese pasado si el muerto hubiese sido un nene de 9 años hijo de una familia de “gente como uno”? ¿Qué hubiese pasado si en lugar de los oscuros y zigzagueantes pasillos de una villa este hecho ocurría en el centro de Buenos Aires?
No casualmente, la invisibilización de esta muerte de este pibe pobre se produce en el medio de los nuevos viejos debates acerca de la baja de la edad de imputabilidad. Esos debates que poco van a aportar a resolver la inseguridad, pero mucho van a servir para seguir estigmatizando a la juventud morocha y pobre que es objetivo de la violencia institucional y el desprecio estatal.
La bronca no nos frena, la indignación nos potencia. Por Kevin y por todos los pibes y pibas pobres que son objeto de la violencia institucional y de la falta de derechos, por esos pibes que no son tapa de diarios sino titulares de crónicas policiales, por esos pibes que como en “Los Nadies” valen menos que la bala que los mata, hoy, una vez más, decimos: Los jóvenes no somos peligros, los jóvenes estamos en peligro. No aceptamos espejitos de colores, no aceptamos más demagogia punitiva. NO A LA BAJA DE LA EDAD DE IMPUTABILIDAD.

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