Colonia
Mado es un municipio argentino
ubicado dentro del departamento de El Dorado, en la provincia de Misiones.
Se ubica a una latitud de 26° Sur y a una
longitud de 54° Oeste.
El 23 de marzo de 2011 la policía de
Colonia Mado, encontró el cuerpo de una nena de tres años enterrado a la vera
del arroyo Aguaraí Guazú.
Su nombre era Carolina Ayala y había
muerto unos días antes por desnutrición.
Aquella tarde de otoño en la que se
descompuso, la pequeña Carolina se encontraba con su mama, que estaba sola con
sus hijos más chicos.
Empezó a quejarse del dolor de panza: hacía
días que en la familia no había comidas completas. Su madre no tenia plata para
llevarla al médico y tampoco sabía con quien dejar a su beba más chica.
Luego contaría la historia: “La levanté
como pude, me dolía todavía mucho la cintura, pero la alcé y cruzamos el puentecito
que está sobre el arroyo –Aguarai Guazu-, Carolina se quejaba que le dolía
mucho la panza, caminé hasta cerca de la ruta y ahí esperé a que parara
alguien, nadie paró, esperé mucho tiempo ahí, hasta que escuche una
respiración fuerte y después ya no se quejó más. Después de un rato sentí
que estaba fría, el cuerpito ya estaba frío y duro, y me asusté mucho, me subió
un calor, me desubiqué, no sabía qué hacer, tenía mucho miedo, no sabía qué
hacer, no sabía cómo volver a mi casa, me perdí”.
Entonces, la madre de la niña la envolvió
en una sabana y la enterró cerca del rancho en el que vivían.
El mismo 23 de marzo en que el cuerpo de
la nena fue encontrado, la madre de la niña fue detenida y traslada al Penal de
Villa Lanus, imputándosele el delito de Abandono de Persona seguido de muerte,
agravado por el vínculo.
La mujer se llama María Ramona Ovando.
Ovando tuvo a su primer hijo a los 14 años.
Cuando cumplió 36, ya tenía 12 hijos, dos
nietos a su cargo y un marido golpeador.
La mayoría de sus hijos no tienen
documentos.
Ovando no cobra la Asignación Universal
por hijo ni sabe cuando es la fecha en que estos cumplen años.
Desde chica fue empleada doméstica.
Trabajó también como tarefera, cosechando
la hoja de yerba mate.
Durante el embarazo de su última hija,
nacida tres meses antes de la tragedia, y hasta horas antes de su nacimiento,
Ovando trabajaba picando piedras en la cantera municipal. Por ese trabajo esclavo,
en lugar de pagar un sueldo, el Intendente usufrutuaba recursos del Estado,
entregando Bonos de alimentos
provenientes de Nación a quienes se desempeñaban picando piedras.
Ovando no sabe leer.
Le contaron que durante el Encuentro
Nacional de Mujeres que se realizó en Posadas en los primeros días de octubre
de 2012, se resolvió nacionalizar una campaña reclamando su inmediata
liberación, la que fue firmada por miles de mujeres.
Ovando no sabe leer.
Le contaron que las banderas y los
carteles que diversas organizaciones de Derechos Humanos llevaron a su juicio
exigían su absolución y el castigo de los responsables políticos del crimen.
Ovando estuvo presa hasta ayer, 28 de
noviembre de 2012, cuando fue absuelta de culpa y cargo por el Tribunal Oral
que la juzgó.
Desde un primer momento se demostró que la
nena no tenía golpes en su cuerpo. Había muerto de hambre.
Durante el año y ocho meses que estuvo
detenida siendo inocente, tuvo un solo contacto con su familia. Los hijos
estaban repartidos en casas de abuelos y otros familiares.
“El Estado aparece en la vida de María
cuando muere su hija. Recién ahí ella entra en la categoría de ciudadana y es
para meterla presa. Ella es una excluida y la decisión del Tribunal no hace más
que profundizar su exclusión”, señala Eduardo Paredes, un abogado de Misiones
que acompaña a distintas organizaciones de derechos humanos. “La
criminalización hacia María existe, en principio, por ser pobre. Y en segundo
lugar por ser mujer. Porque el padre de la nena nunca fue detenido”, explica el
abogado.
A casi veinticuatro horas del fallo que la
absolvió, la mujer manifestó su esperanza de rehacer su vida cerca de su
familia. "Y ahora voy a empezar una vida mejor con mis bebés. Me gustaría
aprender a leer y escribir",.
Sin embargo, dijo que todavía no logró ver
a sus hijos, que "tiene miedo" que su suegra se los lleve al
Paraguay.
Sobre su futuro, lanzó: "No sé qué
voy a hacer, sólo que no quiero volver a Colonia Mado. Me gustaría ir a
Posadas, trabajar en una panadería... y estar más cerca de una salita para
que no me vuelva a pasar esto con un hijo".
En una contradicción insuperable, el
Estado, que debería estar sentado en el banquillo de los acusados a través de
los funcionarios que omitieron sus deberes, disimuladamente se cambió de silla
y se disfrazó de acusador.-
El Estado, que cometió ‘abandono de
persona’ respecto de María y sus 12 hijos, la castigó durante un año y ocho
meses por ese inexistente delito, por ser mujer y ser pobre.
Dice Eduardo Galeano que “en las ciudades de nuestro tiempo, inmensas
cárceles que encierran a los prisioneros del miedo, las fortalezas dicen ser
casas y las armaduras simulan ser trajes.
Estado de sitio. No se distraiga, no
baje la guardia, no se confíe. Los amos del mundo dan la voz de alarma. Ellos,
que impunemente violan la naturaleza, secuestran países, roban salarios y
asesinan gentíos, nos advierten: cuidado. Los peligrosos acechan, agazapados en
los suburbios miserables, mordiendo envidias, tragando rencores.
Los pobres:
los pelagatos, los muertos de las guerras, los presos de las cárceles, los
brazos disponibles, los brazos desechables.
El hambre, que mata callando, mata
a los callados. Los expertos, los pobrólogos, hablan por ellos. Nos cuentan en
qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen,
qué no piensan, qué no votan, en qué no creen.
Sólo nos falta saber por qué los
pobres son pobres. ¿Será porque su hambre nos alimenta y su desnudez nos
viste?
”
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