CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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lunes, 15 de octubre de 2012

Editorial 17º Programa


¿Y si de una vez por todas jugamos a dejar la hipocresía de lado? ¿Nos hacemos seres más honestos y hablamos sin mentiras?
Sólo así, podemos hablar de aborto.
Sin excusas que suenan bien, sin motivos que se presentan altruistas, sin eslogans comerciales que tergiversen las cosas. Hablemos sin caretas.
Yo lo hice, vos también, mi vecina también, mi amiga también…y tenemos la suerte de estar acá, tantas otras mujeres no pueden decir lo mismo.
Muchas quedaron en el camino, en una camilla de asistencia improvisada, habiendo padecido por horas el más denigrante trato de quienes lo practican, sufriendo de un modo escalofriante de esos instrumentos que llegan a penetrar hasta sus entrañas, en las manos de mercenarios que han hecho de estas prácticas un arte altamente rentable.
Mujeres que ilusamente creyeron que podían decidir sobre su cuerpo, sobre su vida…
Pero no es lo mismo. Ellas no pueden elegir. Porque seamos claros: no somos las mujeres las que no podemos decidir, sino, sólo, ciertas mujeres. Para ellas todo es más difícil, también hacerse un aborto. Para ellas el mundo está repleto de ilegalidades.
Pero lo que parece más increíble aún es que además de pasar por todo esto, deban someterse a los que, juzgando y marcando con el dedo, se atreven a decir “ese hijo es Dios, no les pertenece”, o buscando dar soluciones digan “que lo den en adopción, que no lo maten”.
¿¿¿Pero es que puede tolerarse que alguien tan lejano a uno opine con tanta liviandad y con tal grado de intromisión en nuestras vidas???
Acá es donde debemos dejar la hipocresía de lado: la misma gente que reclama irónicamente por “la vida” es la que todos los días exige mano dura contra los jóvenes y los pretende presos; la misma gente que se escandaliza cuando los jóvenes toman escuelas y protestan en pos de sus derechos; la misma gente que se olvidó y borró de un plumazo las noticias conmovedoras que contaban sobre el hambre y la desnutrición del Chaco; la misma gente que pasa por al lado de un niño que pide en la calle y da vuelta la cara ignorándolo por completo…La misma gente que castiga, excluye y “se come vivos” a los jóvenes de nuestro país.
Por estos días ha sucedido algo que debiera conmovernos hasta lo más profundo de nuestro ser. Una injusticia tan grande que obliga que hablemos y reflexionemos sobre ella, que no podemos pasarla por alto.
Una mujer, que padeció el encierro y la tortura constante generada a partir de haber sido tratada como mercancía, como cosa, fue hoy sometida al escarnio público con la complicidad de todos.
La oscuridad, la mugre, las violaciones, se hicieron parte de su rutina diaria por aquel entonces.
Convivió, al igual que tantas otras, con el miedo cada día. Se vio reducida a sierva, a esclava, en manos de aquellos cobardes que creen que son poderosos por obligar a una mujer y reducirla a satisfacer sus más espurios deseos.
Tiene 32 años y una vida dura, muy dura. En la que soportó cosas que parecen imposibles de tolerar para cualquiera de nosotros.
Pero ese encierro, esa oscuridad, el terror, las torturas, los abusos, el miedo, no se detuvieron.
Hoy, buscando amparo por los cauces legales, encontró por parte del Estado el mayor de los desprecios. Se convirtió en la versión femenina y actual del Damiens de Foucault. Todos pudieron opinar, señalar, castigarla públicamente: asociaciones que se llaman a sí mismas “pro-vida”, gobernantes, periodistas, la sociedad en su conjunto, es la que decide que está bien y qué está mal. Y dando lecciones de vida, ocupan el púlpito y dictan cátedra sobre lo que ella debiera hacer…
No pudo decidir antes mientras era una esclava de sus captores, no puede hacerlo hoy cuando se supone es libre.
Debe indignarnos que un Estado que estuvo ausente ante las redes de trata, hoy, cuando los resultados son concretos y terribles, señalando con el dedo a esta mujer, busque impedir que recobre lo poco que queda de ella…
Debe indignarnos también que la hipocresía reine en este tema, que aquellos que puertas adentro violan constantemente los derechos de sus seres más cercanos, y que puertas a fuera viven en el más extremo desprecio por el otro, pretendan decidir por los demás, pretendan decidir por una mujer que, en este caso, víctima de violaciones en el momento de su cautiverio, busca poner fin a ese embarazo que de rosa no tiene absolutamente nada…
Cuánta hipocresía…cuánta mentira.
Quitémonos las caretas y dejemos de creer que tenemos derecho a decidir por los demás.
Respetemos a los vivos, para luego, y sólo luego, pretender respetar a los que están por venir.

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