CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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domingo, 16 de septiembre de 2012

Editorial 13º Programa


Igualdad.
Las noticias hablan de ella, pero no la muestran.
El Estado se refiere a ella, pero no la garantiza.
La sociedad la exige, pero nadie responde.

Igualdad.
Una palabra que encierra mucho y a la vez puede ser tan ambigua de acuerdo al contexto, aunque no por eso menos significativa. Así las cosas, hablamos, básicamente de una necesidad concreta para todos y, justamente, para todas.

Para la que quiere avanzar en su lugar de trabajo y tiene que enfrentarse con un directorio machista.
Para la que trata de hacerse un lugar y cambiar la realidad y se encuentra rodeada de gente con pensamientos retrógrados.
Para la que es bastardeada por decir lo que piensa.
Para la que no se anima siquiera a pensar diferente.

Discutimos sobre la igualdad constantemente pero ¿Es posible transformar el presente y futuro de una comunidad en la que, desde el momento de nacer, el género signa el destino, los triunfos, fracasos y el lugar a ocupar en el colectivo social?
Incluso, sin ir mucho más lejos, el sistema punitivo se encarga, también, de acrecentar la falta de esa igualdad: en el vínculo con los agentes del servicio penitenciario y la policía, en las cuestiones sanitarias, en las visitas familiares, en las visitas íntimas.
En particular, el ámbito carcelario es una clara muestra de los procesos de construcción de la desigualdad sexual, aunque con distintas variantes. Tal es así que una de las características generales globalmente “aceptada” es la múltiple vulneración de los derechos de las mujeres que se produce en el sistema penal. En ese sentido, un caso paradigmático es, definitivamente,  la situación de las mujeres inmigrantes ante el sistema penal y, en particular, la de las mujeres inmigrantes en las prisiones.
En un punto, es el sistema penal el que construye relaciones de subordinación y género y esto, como todo acto, se puede hacer discriminando o igualando. Esto no quiere decir que las mujeres son los sujetos peor tratados, pero sí que el sistema penal con su accionar refuerza una identidad del ser social de la mujer que se suma a otras relegaciones, por fuera del contexto de encierro.
Con esto en mente, resulta aún más difícil pensar en una sociedad en la que la igualdad sea la constante y no la excepción; no solo porque desde las bases hay un desfase en las concepciones sino, también, porque dentro del supuesto ámbito de reinserción y existen (y además se acrecientan) las diferencias.
De esta manera, replantearse la organización de estos parámetros generales implicaría, evidentemente, un esfuerzo general: no solo es la mujer (en ese caso) la que deberá pregonar por una modificación en el pensamiento y, por tanto, comportamiento, sino que todos los actores sociales deberían hacerlo porque, si hablamos de igualdad, hay que empezar de cero.



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