CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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martes, 4 de septiembre de 2012

Editorial 11º Programa


No nos engañemos más. Hay mucha más violencia de la que queremos ver. Mucha más de la que nos queremos hacer cargo.

Está en todos lados, a todo momento, en todo rincón y en cada uno de nosotros.
La violencia está en todas partes.
Está en nuestras casas, está en el trato con nuestros padres, hijos, parejas, amigos; en nuestros trabajos, en las tareas diarias…
Pretendemos ocultarla, nos da vergüenza y la escondemos del mundo, de la mirada crítica y recelosa de los demás.

También está ahí, en la caja boba…en esa que a cada minuto se luce con titulares al rojo vivo, con estridentes colores de alarma, y con música que –estemos donde estemos- llama nuestra atención indicando que algo grave, gravísimo, está ocurriendo…que no puede sernos ajeno.
Nos la muestra sin restricciones. Se esmera en hacer de ella un gran circo romano, y si es posible, nos enfrenta con sus crudas y golpeadas víctimas. Se naturaliza la violencia de un modo escalofriante: se dice y se hace cualquier cosa a cualquier persona y en cualquier momento.
Este escenario que recrea la violencia –bajo excusa de mantenernos informados, claro- sólo genera más violencia.

Una sociedad que está repleta de espacios, momentos y miembros violentos, se encuentra signada por el fantasma del dolor, de la incomprensión, y de las injusticias.
De todos modos, una sociedad miope, porque sólo ve una parte de la historia.
Sólo nos llama la atención la ajena, y sólo de esa nos ocupamos, en especial de la lejana, de aquella que se ejerce en otros sectores y por otros actores. Cuando se trata de ésta, buscamos castigo, somos duros inquisidores en busca de una altruista justicia. Ahí si que queremos “condenas ejemplares” y al unísono y de pie, la tribuna pide “justicia”.


Si viéramos el cuadro completo, entenderíamos que donde con más frecuencia la encontramos, y no prestamos la misma atención, es en nosotros mismos… Nuestra cotidianeidad está impregnada de violencia. Nos movemos en un campo violento y lo hacemos ejerciéndola.
El trato diario, en todos los espacios, con todos los que nos rodean… No somos más violentos porque el día no tiene más tiempo.
No es un cliché, sino una terrible y lógica realidad: “la violencia engendra más violencia”, y sólo eso.
Gestos, palabras, gritos, golpes, armas, modos y medios por las que se la ejerce…pero claramente no se agota en ellos: la falta de solidaridad, el olvido, los prejuicios, la ignorancia, la falta de interés, todas son maneras en las cuales puede manifestarse violencia.

Si nos da lo mismo, pasar por al lado de quien nos necesita y ni siquiera lo miramos, estamos siendo violentos.
Si hablamos de los demás como un “otro” sin derechos, y sobre el que pedimos que el Estado sea duro porque “molesta”, estamos siendo violentos.
Si por ser “distinto” discriminamos, excluimos…somos violentos.
Si no queremos ver la miseria, el dolor y el sufrimiento de los presos, y simplemente entendemos que “tienen lo que se merecen”, sepámoslo: somos violentos.

Entonces, no es la violencia la que molesta, la que enoja.
Cada vez que reclamemos castigo, detengámonos a pensar en lo que hicimos, no ya años atrás, siquiera meses, pensemos en lo que hicimos en el día y en cuán violentos fuimos…
Esta reflexión, si está signada por una cruda honestidad, va impedir que seamos tan severos con el otro…
Si buscamos acabar con la violencia, empecemos con la propia…

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