Resocializar, es la palabra.
De golpe, los faroles de la clase política, iluminaron una palabra que parecía oculta en el diccionario de la real academica.
Re-so-cia-li-zar.
Y entonces, tiran sus frases de ocasión ante los movileros que corren detrás de una declaración urgente.
"Yo estoy de acuerdo con la resocialización peeeeerooooooo…..".
Es la frase de la semana. El logo de la nueva demagogia punitiva.
Entonces, después del "peeeerooooo" empiezan a enumerar un catálogo de derechos que deberían restringirse a los internos; o una categoría de personas a los que no corresponde otorgar esos derechos desvirtuados en clave de "beneficios".
"Yo estoy de acuerdo con la resocialización peeeeeeeroooooo….".
Algunos políticos de saco y corbata, combinados con invisibles borceguíes y facones, repiten esa frase para aparentar ser políticamente correctos.
Es como decir "yo tengo un amigo judío; yo no tengo problemas con los homosexuales".
Yo estoy de acuerdo con la resocialización peeeerooooooo primero que sufran un poco,
Que se resocialicen peeeerooooo pudriéndose en la cárcel.
Que se resocialicen peeeerooooo para vivir encerrados entre ellos,
Que se resocialicen peeeerooooo muriéndose.
Resocialicen el alma abandonando el cuerpo en este mundo.
A partir de UN caso con repercusión mediática, salieron a la superficie los oportunistas de turno, esos que están escondidos en sus cobachas y salen eyectados cuando huelen sangre, proponiendo reformar la ley de ejecución penal para escuchar a la víctima antes de conceder salidas transitorias, libertades condicionales o cambios de regímenes penitenciarios.
"Sra víctima, usted que es especialista en las distintas fases de tratamiento penitenciario, ¿considera que estamos en condiciones de avanzar al período de prueba o que debe profundizarse la etapa de observación del interno?."
Manipular el dolor ajeno en la arena política no es deporte olímpico, pero otorgaría medallas de oro a varios personajes que compitieron por sacarse ventaja en los medios de comunicación.
Es cierto que el vatallón de militantes ha tenido menos cintura que los lanzadores de bala al elegir los personajes destinatarios de estos derechos, pero eso no habilita a quienes corren los cien metros llanos de la hipocresía a recorrer el trayecto montados en el sufrimiento ajeno. Avisenle que es trampa.
Es verdad que en las rutinas burocraticas de los servicios penitenciarios se suelen otorgar sus "beneficios" en base a criterios tan discutibles como las reglas de la marcha atlética, pero eso no justifica eliminar esos derechos como se eliminaron a los equipos tramposos de badminton. Profundicemos los controles, pero no retrocedamos en los derechos conquistados.
Resocializar, es la palabra. La descubrimos esta semana en el diccionario al mismo tiempo que descubrimos que "halterofilia" se llama al levantamiento de pesas en los juegos olímpicos.
Resocializar, es la tarea. Repetimos esa palabra esta semana tantas veces como repetimos que son "derrotas dignas" las de nuestros deportistas olímpicos.
Resocializar, es el compromiso. No importa dotarle de contenido, no interesa analizar de qué modo lo alcanzamos. Es políticamente correcto utilizar esa palabra.-
También en la academia resocializar es el fetiche que libera nuestras conciencias garantistas. Es la palabra que repetimos con emoción, como si hablaramos de la generación dorada del basquet o las leonas del hockey.
Resocializar es la palabra .
Porque de alguna manera, como en los juegos olímpicos, lo importante es competir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario