Resistir
A pesar de todo, ante todo y todos, resistir.
De eso se trata.
Hace una semana presenciábamos las horas críticas que vivía un país hermano.
El viernes por la tarde ya era un hecho.
Los diarios y noticieros de todos los canales, de todas partes del globo, informaban que Paraguay había destituido a su Presidente. Fernando Lugo, quien fuera electo en 2008 dejaba la presidencia de la República por la puerta de atrás.
Bajo el pretexto de “mal desempeño”, la oposición y distintos grupos de poder llevaron al banquillo a Lugo. A un banquillo express que no respetó siquiera el derecho de defensa.
Sólo se necesitaron un día y medio de juicio, y el aval golpista de 39 legisladores para que una vez más la democracia en América Latina tiemble.
El rechazo regional fue inmediato.
¿Cómo no iba a serlo? América está muy acostumbrada a los golpes, aunque muchos se esmeren en darle otro nombre a estas acciones antidemocráticas. Las venas están abiertas aún, y la memoria más viva que nunca.
Sólo a kilómetros de allí, Evo Morales se enfrenta también a las demandas policiales de quienes, amotinados, exigen mejoras salariales. Tanto el vicepresidente como algunos ministros denunciaron que si bien el reclamo es justo, se trata de maniobras desestabilizadoras orquestadas por la derecha.
Por su parte, en la Plaza de Mayo un multitudinario y heterogéneo acto, cuyos manifestantes parecen tener sólo en común la oposición al gobierno.
Una semana turbulenta por estos lados del charco.
La misma semana en la que se cumplieron diez años de la masacre de Avellaneda. Esa trágica jornada donde el cielo se tiñó de gris, las balas y el miedo se apoderaron de los manifestantes, y la policía, la “mejor policía del mundo”, en una brutal cacería se llevó consigo dos jóvenes, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. 10 años sin justicia. 10 años de resistencia. Resistir a la política de represión, al olvido, a la impunidad. Exigir que los responsables políticos paguen.
Sueños despedazados en todo el continente, algo que se repite en el Paraguay golpista, en la Bolivia acechada y en la Argentina ambigua y represora.
Un Estado sucio que mata a los “sin voz”. Un Estado que, una vez más, está en deuda con los que menos tienen, y a los que constantemente busca quitar lo que les queda: la resistencia.
Resistir
A pesar de todo, ante todo y todos, resistir.
De eso se trata.
De una resistencia activa, convencida, movilizadora. Una resistencia democrática que provoca cambios, que busca lograr que cada vez seamos más los que vivamos de mejor modo.
Resistir desde todos los puntos, todos los ámbitos, todos los días.
Resistir. Hoy más que nunca. Aquí y allá, estamos llamados a resistir.
Resistir, no aguantar.
Resistir, no tolerar.
Resistir en la acción, en esa que transforma día a día esta realidad que no nos gusta, que no queremos.
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