CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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jueves, 6 de octubre de 2011

Editorial 15º Programa

En puntas de pie cruzó por el comedor para no despertar a la bebé. Creía que si lo hacía y la veía irse iba a insistir, con los brazos estirados y llantos negociadores, para acompañarla. Pero tenía que ir a ginecólogo para ponerse un diu. Ni ella, ni su compañero, querían otro hijo. Recién con 23 años y una insipiente estabilidad laboral creían que lo mejor era esperar.
Una vecina que era enfermera en la Maternidad del hospital le dijo que no hacía falta que fuera a una clínica privada, porque su novio era jefe de personal en la dependencia pública y allí podría ayudarla a saltear las largas colas. Pienso que los Estados ausentes podrían identificarse con largas colas de caras cansadas y resignadas esperando por un derecho.
En el Hospital, según la vecina enfermera, le saldría más barato la colocación del diu. De $315 a $20 era una diferencia considerable. María de los Ángeles creyó que era mejor ahorrar.
Susana no estaba segura, dice que “presentía algo” y que no le gustaba la situación de que vaya sola al hospital. Vaya a saber qué prejuicio caía sobre las espaldas de esa madre. Pero así y todo la despertó a las 7 de la mañana para que no llegara tarde. Mientras Marita, así la llamaban con cariño, se ponía una remera turquesa que le había prestado su mamá porque era más fresca para salir a la calle, la pava y las tostadas se preparaban para el desayuno.
La caminata en puntas de pie fue efectiva. La niña no se despertó, ni siquiera cuando le dio un beso en la frente. Marita pudo salir sin tener que lidiar con caprichos. El destino fue cruel al cumplir el deseo.
Se tomó un mate, saludó a Susana y salió para el hospital. Se miraron a los ojos sin pensar que ese cruce sería un recuerdo, de esos que atormentan durante las noches en las que pensamos porqué no dijimos “esperá”.
Llegaba la hora en la que el sol de despide y nadie sabía nada de Marita. Susana y su marido se pusieron impacientes. Sabían que algo había pasado porque ella siempre llamaba cuando oscurecía, o por lo menos así la recuerdan.
Fueron hasta la Maternidad del hospital pero a las dos de la tarde allí ya no había nadie. Se cruzaron con una persona y le preguntaron por el Jefe de Personal, pero les dijeron que la persona que buscaban era un empleado de limpieza. Fueron a la comisaría pero les dijeron que para radicar una denuncia debían esperar 24 horas. Fueron a la casa de la enfermera pero la respuesta fue la ausencia. La paciencia no fue compañera.
El 3 de abril de 2002 fue el último beso en la frente que Micaela recibió de su mamá y la última vez que Marita sintió ese frío electrizante de los pies sobre el suelo de su casa. Fue el día que María de los Ángeles parió a Susana en la inagotable lucha por recuperarla; por recuperarlas.
¿Cuántas otras caminaron en puntas de pie una mañana y sus pasos se borraron en el camino? ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir alimentando la idea de que nuestros cuerpos, el de las mujeres, son objetos que se compran y venden? ¿Cuánto tiempo más vamos a mercantilizar el sexo? ¿Cuánto machismo más se esconderá entre las mesas de una wiskería? ¿Quiénes van a seguir aceptando que les corrompan el deseo y vayan a buscarlo con cincuenta pesos? ¿Cuántas putas más serán detenidas en las esquinas por faltar a la moral y las buenas costumbres mientras los proxenetas regentean los cuerpos sin documentos? ¿Cuánta complicidad policial más? Cuanta complicidad más.

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