Editorial 1º Programa

El sistema penal explota en el living de tu casa. 

En la comodidad de un confortable sillón, la cena familiar es interrumpida por el sonido de una sirena policial acompañada por música de suspenso. 

 

Un grupo de vecinos ataca y prende fuego la casa de un presunto asesino. Se muestran corridas de la gente, entre ellos menores, ante los tiros de la policía. En la calle hay cubiertas quemándose. Y mientras avanzan los “Policías en Acción” hay vecinos dentro de las casas que gritan: "¡Apaguen eso que nos estamos muriendo, hagan algo!". Al instante se muestra a oficiales apagando el fuego. Otra vecina sale de la casa con un cascote en la mano diciéndole a la policía: "¡Esto me lo tiraron acá adentro de casa, nos quieren matar a todos, por qué no trabajan y se los tiran a ellos? tengo una criatura!".

 

Luego de un extenso segmento de furia registrada cámara en mano, un comisario muta su rol de jefe del procedimiento a conductor televisivo y dice: "Ante los desmanes del barrio, se preservó el lugar, luego del operativo el barrio volvió a la normalidad".

La historia finaliza con música melancólica de fondo, y con imágenes de los vecinos limpiando los destrozos provocados por el incidente. Pueden verse en el margen inferior derecho de la pantalla pequeñas placas que cuentan cómo terminó la historia y sus personajes. “Si hay delito, ellos salen a la calle para combatirlo” es el slogan del programa. 

Un descanso. Comienza la publicidad para aliviar el extraño entretenimiento visual. El primer aviso comercial presenta un plano panorámico de lo que parecería ser una pista de aterrizaje delineda con conos y líneas negras y amarillas. En el fondo se observa de manera difusa un hombre que corre hacia la cámara. La imagen es acompañada por sonidos de pisadas fuertes y música de suspenso. El hombre corre. Parece agitado y muy transpirado. Se trata de un varón adulto, robusto, morocho, de tez morena, vestido de modo informal, que corre de frente a la cámara y grita. Al final de la pista hay una puerta cerrada. El hombre continúa corriendo hasta chocarse con la puerta. El primer plano de su rostro, que choca contra la puerta, se exhibe en cámara lenta y muestra sus rasgos en detalle. El plano se abre y se observa cómo se desploma en el piso luego del golpe. La cámara realiza un paneo a la izquierda y deja ver qué hay del otro lado de la puerta. En un plano general se observa un living en el que se encuentra una familia constituida por el padre, que lee el diario sentado sobre un sillón, mientras que la madre y la hija, en otro sillón, utilizan una notebook. La familia no se entera de lo que ocurre del otro lado de la puerta. Se escucha la voz de un locutor en off: “Puertas P. Mas duras que la realidad”. 

 

El sistema penal explota en el living de tu casa. 

 

El prime time de las empresas de comunicación masiva se nutre de “Policías en Acción”, “Cámaras de Seguridad”, “GPS”, y “Calles salvajes”, entre otros programas en los que la pobreza aparece ligada a la delincuencia, el alcohol, la droga, la violencia familiar.

No vemos la violencia o las drogas en una familia de clase alta. Vemos estos problemas en una villa. Siempre se presenta una disociación entre el delito de guante blanco y el delito pobre. Cuando el delito lo comete una persona rica, no es delito, tiene otro nombre, se lo puede llamar “corrupción”. No genera inseguridad. En ese caso, la persona es caracterizada como “rara” o “exótica”. En cambio, si es un pobre, es definido directamente como “delincuente”, “chorro”, “loco”. La construcción de estereotipos desde los medios masivos de comunicación es tan torpe como efectista. 

 

Frente a este panorama comenzamos el segundo año de Critica Penal en la radio comunitaria de Mar del Plata, respetando la idea originaria de presentar un discurso alternativo a la visión hegemónica sobre el delito y el castigo. 

 

Proponemos una perspectiva diferenciadora, que incorpore a la escena a los especialistas que estudian el sistema penal, corriéndolos de la atmósfera universitaria y abriendo su discurso a la comunidad. Un diálogo permanente entre diversos actores que permita una discusión democrática. 

 

¿Quién define lo que es delito? ¿Cómo es el mecanismo de criminalización primaria? ¿Quién selecciona a los potenciales delincuentes? ¿Bajo qué criterios se decide encerrar a una persona en una cárcel?¿Cómo se decide imponer dolor deliberado a un ciudadano a través de una pena? ¿Para qué sirve el castigo? ¿Cómo son nuestras cárceles? ¿Qué significa la privación de libertad?

Las preguntas que nos obsesionan nos obligan a resignificar nuestra búsqueda. Tal vez no encontremos las respuestas, pero el pensamiento crítico nos permitirá escapar de la manipulación mediática, abrir las grietas al discurso dominante y no resignarse ante la realidad existente. 

 

Pensamiento crítico para crear y recrear. Pensamiento crítico como un mecanismo para la transformación de la realidad. Porque en definitiva, no hay fe ni verdad que no comiencen por dudar de todas las verdades en las que habíamos creído hasta este momento.