CRITICA PENAL


Bienvenid@s al primer programa de radio para pensar y discutir el sistema penal.

Producido por docentes universitarios, alumnos y periodistas, pretende ser un espacio abierto a la participación colectiva.

Todos los Jueves de 21 a 23hs, por FM 88.7 de la Azotea, Mar del Plata, Argentina
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martes, 28 de septiembre de 2010

Editorial Programa 20. Aborto.



Josefa era una joven de 17 años, vivía en Rosario cuando decidió partir a Buenos Aires para seguir sus estudios universitarios. Se inscribió en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Buenos Aires, pero su novio Ricardo no estaba de acuerdo con la idea.

Él era el hijo de una familia muy amiga, adinerada, religiosa: una familia de bien, justo lo que los padres de Josefa esperaban. Ella era única hija y vivían en un barrio privado.

Justo en frente del country había un barrio diametralmente opuesto, las casas tenían piso de tierra y techos de chapa. Allí vivían Omar de 16 años que había llegado hasta segundo grado, porque su madre estaba muy enferma y su padre los había dejado al nacer su tercer hermano, y María de 15 años que limpiaba en la casa de Josefa. Ella también había dejado la escuela cuando su padre cayó preso, y tuvo que salir a trabajar para poder darle de comer a sus ocho hermanos.

Era un jueves de Enero alrededor de las nueve de la noche, Ricardo pasó por la casa de Josefa y la llevó a un hotel alojamiento. Josefa estaba muy nerviosa, el corazón se aceleraba, desde pequeña sus padres le habían enseñado que ese momento sellaría su vida para siempre, con todas sus dudas y miedos atravesándole el pecho accedió.

Pasaron los días y Josefa no recuperaba la sonrisa, pues luego de esa noche descubrió que no quería seguir el mandato familiar. Quería ser abogada y vivir en Buenos Aires, conocer gente nueva y crecer.

A pesar de las presiones dejó a Ricardo y viajó. María la acompañó cargando los bolsos hasta la Terminal, la despidió y quedaron en escribirse.

Josefa se radicó en Buenos Aires y cursó su primera semana de clases en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Buenos Aires.

María continuó trabajando, y decidió buscar otro ingreso para ahorrar algo de dinero y construir así una casita junto a Omar, sólo necesitaban unas chapas y algunas maderas, el resto lo conseguirían después.

El 15 de Marzo, María comenzó a sentirse mal y tuvo que retirarse de la casa de Josefa y avisar en la florería que esa tarde no iría; llegó a su casa, se recostó porque los dolores y las nauseas no paraban, llamó a una vecina, quien le confirmó lo que sospechaban, María estaba embarazada, pero ella tenia la solución: un médico amigo venía a domicilio, “Yo lo llamo y él te lo saca”.

Se hizo de noche, Omar llegó del trabajo, María estaba muy dolorida, temblaba, sudaba y lloraba. Estaba muy asustada, la angustia le cerraba el pecho y las palpitaciones aumentaban. Lo hablaron, dieron vueltas en el asunto y para las seis de la mañana la respuesta era una sola: no podían tenerlo.

Mientras tanto, un Viernes alrededor de las diez de la noche, Josefa regresaba a la pensión religiosa donde sus padres la habían anotado, cuando sintió que el techo se le venía encima, era un mareo, comenzó con las nauseas y recordó que tenía un atraso de dos semanas, cosa que nunca le había pasado. Corrió a la Farmacia, sola, volvió a la pensión, y sigilosamente ingresó al baño compartido para poder realizarse el test. Sus piernas le temblaban, las manos le sudaban; estaba sola en Buenos Aires, recién iniciando sus estudios universitarios, ya no tenía novio ni futuro marido. Pasaron cinco minutos eternos, y el test le dio el si, Josefa estaba embarazada.

Inmediatamente agarró el teléfono, llamó a Rosario y con la voz quebrada contó lo que estaba pasando y de repente una voz casi sonriente le dijo: “no me llames más Josefa, nosotros terminamos, lo hubieras pensado antes”.

Josefa quedó paralizada con el tubo del teléfono en la mano no podía decirle a nadie en la pensión. Pasó tres días sin dormir, no fue a la Facultad y estaba constantemente en la cama como perdida sin saber a donde ni a quien recurrir.

Decidió llamar a su madre y logró contarle. Al día siguiente la madre llegó a Buenos Aires alrededor de las siete de la mañana, buscó a Josefa en la pensión, tomaron un taxi y llegaron a una clínica.

María le pidió a Omar que busque al médico, y así lo hizo. No podían tener un hijo, ella tenía 15 y él 16, entre los dos mantenían a once hermanos, sólo podían ofrecerle más de lo que ellos no querían. Los dos se besaron y se abrazaron fuerte para pasar el momento. Omar estaba nervioso, en el fondo tenía miedo, María estaba desconcertada, mucho no entendía. El médico ingresó al cuarto con ella, el tiempo pasaba a cuenta gotas para Omar que esperaba afuera. Su corazón se desagarró de dolor cuando se corrió la cortina de la habitación y era el Doctor, no se escuchaba nada, corrió a la cama y María ya no estaba.

Josefa estaba tranquila, ya no estaba sola; la madre la tomó fuerte de la mano y le dijo “Te va a atender uno de los médicos más reconocidos de la ciudad”. La intervención duró una eternidad para la madre que caminaba de una punta a la otra del pasillo ansiosa por saber que su hija estaba bien. Al llegar la tarde Josefa despertó, la angustia continuaba y la vida también.

Josefa hoy tiene 44 años, es investigadora, jueza y tiene tres hijos.

María murió hace ya 27 años, sus ocho sobrinos preguntan cada 16 de Marzo ¿Cómo era la tía?, sólo su familia tiene esa respuesta, para el resto María es sólo una cifra de la cantidad de mujeres que mueren al año por abortos clandestinos.

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